—Jacques Monod
Especialmente los que la niegan. Y es sorprendente la ignorancia voluntaria de los creacionistas, nacida de su necedad y cerrazón (auto)impuestas por su deshonestidad intelectual o, dicho por otro nombre, fe. Y es que han logrado hacer de mentirse a sí mismos una virtud, siempre que se haga con fervor. Hay un debate constante entre científicos y el público científicamente culto acerca de qué tan útil o inútil, o qué tan necesario o innecesario es el debatir con estas personas. ¿Debería un matemático tomarse tiempo para debatir sobre numerología? ¿Cuánto tiempo se le daría en una clase de historia a un neonazi, en pro de "escuchar el otro lado del debate"? Y sin embargo, lo equivalente a estas situaciones es la norma en salones de biología de la Unión Americana, por no decir nada de Medio Oriente y África; en muchos otros lugares, el laicismo ha logrado mantener la superstición tensamente fuera de las aulas, resistiendo embates constantes de alumnos y, sobre todo, sus padres.
Un paso previo a entrar en el debate de cómo manejar la situación es entender de qué estamos hablando, y para eso el libro de Coyne es el primero en la lista de lo que debería ser lectura obligada para alguien científicamente competente (otros son The Extended Phenotype de Dawkins y, por supuesto, The Origin of Species de Darwin). Coyne tiene otro volumen (Faith Versus Fact; La Fe en contra de Los Hechos) dedicado al conflicto entre ciencia y religión, que probablemente estaré discutiendo aquí también en algún punto. Ese libro nació de la reacción que recibió de Why Evolution is True (Por qué la evolución es cierta). En gira promoviendo el libro allá por 2009, Coyne expuso caso tras caso como el siguiente:
Uno de los peores diseños de la naturaleza es demostrado en el nervio laríngeo recurrente de los mamíferos. Corre desde el cerbro hacia la laringe, ayudándonos a hablar y tragar. Lo curioso es que es mucho más largo de lo que debería ser. En vez de tomar la ruta directa del cerebro a la laringe, que es como un pie [30 cm] en humanos, el nervio desciende hacia el pecho, se envuelve en la aorta y un ligamento derivado de una arteria, y luego sube de nuevo ("recurre") para conectar con la laringe. Acaba siendo tres pies [90 cm] de largo. En las jirafas el nervio toma un camino similar, pero a lo largo de todo el cuello largo y de vuelta: ¡una distancia quince pies [5 metros] mayor que la ruta directa! Cuando supe de este extraño nervio por primera vez, tuve problemas para creerlo. Queriendo verlo por mí mismo, reuní el valor para ir al laboratorio de anatomía humana e inspeccionar mi primer cuerpo. Un profesor complaciente me mostró el nervio, trazando su camino con un lápiz desde el torso y de regreso a la garganta.
Ilustración tomada del artículo en Wikipedia. |
El trayecto sumamente ineficiente y caprichoso de este nervio es un misterio de la naturaleza—a menos, claro está, que se entienda que la evolución hace modificaciones sobre lo que ya existe y, si lo que ya existe es una serie de arcos branquiales de nervios y arterias en peces, pues el camino del cerebro a la mandíbula pasa a lo largo del sexto arco branquial, justo detrás de la cabeza. En los peces, el camino más directo del cerebro a la laringe es alrededor de la sexta arteria branquial, porque no tienen cuello. Interminables modificaciones a través de millones de años no han borrado esta herencia de los peces modernos ni de sus descendientes (entre ellos nosotros).
El volumen de Jerry Coyne, profesor emérito de biología en la Universidad de Chicago (recién jubilado), está repleto de este tipo de ejemplos de todo el mundo animal y humano, prehistórico y actual. Coyne no se anda con diplomacia acerca de la negación y necedad de los creacionistas, a los que pareciera ir clavando alfileres de evidencia y argumentos como a un muñeco vudú en cada página. Su estilo es perfectamente ameno y a veces hasta casual; uno podría bajar la guardia y pensar que está tomado de charlas preparadas para estudiantes de preparatoria. Pero además de ser un ejemplo difícil de superar en cuanto a claridad y entusiasmo por el tema, el conocimiento enciclopédico de Coyne está documentado con decenas de notas, referencias separadas por capítulo, un glosario y una amplia bibliografía, tanto técnica como divulgativa.
En nueve capítulos llenos de información (y humor) Coyne repasa desde el significado científico del término "teoría" hasta ejemplos extremos del éxito (o fracaso) de las especies para adaptarse. El mecanismo principal que propulsa la evolución es la selección natural, explicada por Coyne así:
La idea de la selección natural no es difícil de entender. Si individuos dentro de una especie tienen diferencias genéticas entre ellos, y si algunas de esas diferencias afectan la habilidad de los individuos para sobrevivir y reproducirse en su entorno, entonces habrá una proporción mayor de "buenos" genes que ayudan a mayor supervivencia y reproducción en la siguiente generación, mientras que habrá relativamente menos genes "malos". A través del tiempo, la población se adaptará más y más a su entorno a medida que mutaciones provechosas surjan y se propaguen por la población, mientras que las mutaciones dañinas se depurarán. A la larga, este proceso produce organismos bien adaptados a sus hábitats y modo de vida.Existe otro mecanismo, el de la deriva genética, que puede producir algunas variaciones en poblaciones a lo largo del tiempo en forma de fluctuaciones estadísticas. Pero el principal motor del cambio de las especies a lo largo del tiempo es su respuesta a las presiones que reciben de su entorno.
La cantidad de distorsiones y simples mentiras alrededor de la evolución es asombrosa y Coyne pasa por cada una con paciencia y franqueza. Por ejemplo, volviendo a la noción de una teoría en la ciencia, clarifica que una teoría es un conjunto de ideas coherentes, consistentes y bien establecidas que explican lo que se observa en la realidad. No es, como dicen muchos, una simple corazonada o pedrada intelectual. Yo diría que es como la noción que se tiene de la teoría musical: el hecho de que se puedan estudiar estructuras armónicas, melodías e intervalos musicales con papel y lápiz no significa que la música sea algo que pudiera o no ser cierto. Hay algo que existe, y hay ideas que explican qué es y cómo funciona: esas son "la teoría".
Una vez que una teoría muestra promesa en lo abstracto, es momento de ponerla a prueba en el mundo real. Darwin no tuvo acceso a los miles de fósiles que se han encontrado en el último siglo, ni a la datación radiométrica, ni mucho menos al mecanismo molecular de ADN que explica cómo se originan los cambios en los individuos de una población en primer lugar, pero aún así su idea le valió numerosas predicciones acertadas que Coyne documenta y complementa: los fósiles homínidos más antiguos están en África; ha habido 49 instancias independientes de la aparición de ojos en la naturaleza; existen características vestigiales en prácticamente todos los organismos (apéndices inútiles en nosotros, caderas en serpientes); las especies más íntimamente relacionadas provienen de áreas geográficas cercanas (hay fósiles de marsupiales antiguos en la Antártida); el ADN de especies morfológicamente similares es similar (como la coincidencia de 98.5% en las bases de ADN de humanos y chimpancés); los machos más vistosos en especies con dimorfismo sexual gozan de mayores tasas de reproducción a pesar del costo de su ornamentación; distintas especies evolucionan de forma convergente; las bacterias resiten cada vez más a los antibióticos y las hierbas a los herbicidas...
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"Pueden encontrarse religiones sin creacionismo, pero nunca se encuentra creacionismo sin religión." La principal razón que dan los mismos negadores es un temor expresado por el filósofo Michael Ruse, citado por Coyne:
Nadie pierde el sueño pensando en la completitud del registro fósil. Mucha gente da vueltas en la cama preocupadas por el aborto, las drogas, el declive de la familia, el matrimonio homosexual y las demás cosas opuestas a sus supuestos 'valores morales'.Otro filósofo, esta vez el creacionista Nancy Pearcey, lo dijo más claro:
¿Por qué el público está tan preocupado por una teoría biológica? Porque la gente intuye que hay mucho más en juego que una teoría científica. Saben que cuando se enseña la evolución natural en el aula de ciencias, entonces se enseñará una visión natural de la ética en el salón de junto, y en el salón de sociología, y en la familia, y en todas las áreas.Y tiene razón... ¡ese es el objetivo! Pero no tiene razón en tener miedo; millones de personas ya vivimos vidas completamente libres de lo sobrenatural y, en general, de la superstición. En particular, si lo que se quiere es enseñar la ciencia como es, debe enseñarse con todo y el naturalismo materialista con el que opera. Ya he argumentado antes (y Coyne está de acuerdo) que la ciencia y la religión están explícitamente contrapuestas y, cada vez que chocan, la ciencia gana... como debería, porque casi siempre tiene razón y la religión nunca la tiene. Coyne lo puso de otro modo, aunque no en este libro: la ciencia no tiene nada qué aprender de la religión, porque el conocimiento no tiene nada qué aprender de la superstición. La interacción entre ciencia y religión no debería ser un diálogo constructivo, sino un monólogo destructivo.
Las visión materialista de la ética, del sentido de la vida, y de nuestro lugar en el Universo y en la sociedad es tema para otros ensayos, que pronto comenzaré a redactar. Basta por ahora decir que, cualquiera que sea la visión materialista del mundo, ya tiene ventaja sobre las visiones dualistas por el simple hecho de basarse en aceptar el mundo como realmente es, y no como (algunos) quisieran que fuera.
Sitio de Jerry Coyne: http://whyevolutionistrue.wordpress.com/
Sitio dedicado al tema: http://talkorigins.org/
Árbol de la vida interactivo: http://www.onezoom.org/