2015-12-27

Dios no es una buena teoría


Por la última década, en lo que pudiera considerarse, en pos de la brevedad, como el movimiento del Nuevo Ateísmo, ha habido un pequeño pero importante detalle que me ha estado molestando. El asunto surge de que los Nuevos Ateos, entre los que me considero, ponen mucho énfasis en la ciencia y, más en general, en la evidencia. Constantemente exigimos que los creyentes proporcionen evidencia para sus creencias y, cuando fracasan en producirla, descartamos (correctamente) sus ideas como infundadas.

En el nuevo enfoque previsto por Peter Boghossian desde hace un par de años, se ha implementado un método sencillo y bien documentado de poner al frente la apertura y la disposición a cambiar de opinión en vista de nueva evidencia. Una manera de poner a prueba la apertura de un creyente a cambiar de parecer es pedirle que imagine una situación que, de cumplirse, demuestre que su creencia es falsa. Aquí, la gente de fe da todo un rango de respuestas, pasando desde fe inquebrantable (en cual caso se diagnostican como epistémicamente cerrados) hasta escenarios muy específicos: el cuerpo de Cristo (no resucitado), por ejemplo, acompañado de la documentación antigua por parte de los romanos en donde se certifique su identidad, sería el fin de la fe de muchos cristianos.

En correspondencia, a los ateos se les ha pedido que produzcan sus propios escenarios en los que cambiarían de parecer acerca de su no-creencia. Tal vez un solo incidente sería insuficiente para que un Christopher Hitchens o Lawerence Krauss se hinquen y acepten a Cristo, pero hay escenarios hipotéticos que les darían razón para dudar. Entre estos se encuentra el descubrimiento de que las estrellas se han alineado para escribir "Yahvé" en hebreo, o el sonido de una voz épica desde el cielo declarando "¡YO SOY CRISTO!". Entonces, se dice, el ateo tendría razón en reconsiderar.

Pero hay una dificultad en este enfoque, como lo percibe el otro lado. El asunto es que a lo largo de los últimos años, los pensadores ateos se han movido a una nueva posición en la que, aún si las estrellas formaran un mensaje de Dios, eso no significaría que lo divino estuvo involucrado; tal vez la cuestión es que no comprendemos la mecánica celeste tan bien como habíamos pensado. En el caso de la voz desde el cielo, la explicación siempre pudiera ser que somos esquizofrénicos, o que alguien más nos ha engañado por medios más convencionales. Esto está bien, en cuanto al lado ateo, pero los creyentes lo ven diferente: les pedimos a ellos que cambien sus creencias según la evidencia, e inclusive les pedimos que piensen en esa evidencia de antemano. Pero cuando es nuestro turno, al parecer movemos la portería y decimos que no, no hay evidencia que cambie nuestro parecer, y entonces los creyentes perciben esto como injusto e hipócrita.

Por supuesto, están equivocados, y la razón de ello es el detalle que quiero mencionar ahora. Ha estado implícito, pero nunca se dicho con todas sus letras, que lo sobrenatural no está bien definido. Pero alguien tiene que decírselo a los creyentes: la religión no es una buena teoría. Como decimos en la física, ni siquiera está mal. Por teoría, quiero decir un conjunto de ideas que embonan, son consistentes, auto-contenidas, y que se derivan de ciertas premisas. Las conclusiones que se puedan derivar de estas premisas, y pudieran considerarse como los "teoremas" de la teoría, están en armonía entre ellas y se complementan bien. Una teoría exitosa es aquella que además logra pasar de esta estructura lógica al mundo real y sobrevivir.

En el caso del monoteísmo de Abraham, por ejemplo, una de las premisas es que Dios es omnipotente—pero eso ya pone al creyente en problemas. El ateo, enunciando lo que parece solo un juego de palabras inocente, pregunta: "Si Dios puede hacer lo que sea, ¿puede hacer una piedra tan grande que ni siquiera él pueda levantarla? Si la respuesta es sí, entonces no es omnipotente, porque no la puede levantar. Si la respuesta es no, entonces no es omnipotente porque no puede hacerla." En términos simples (entiéndase, matemáticos), el concepto de la omnipotencia muere justo ahí. Si fuera una teoría física, en ese momento se iría al basurero. Dios no está bien definido. No puede ser verdad que exista, porque lo incoherente no existe, por definición (a esta postura se le llama ignosticismo).

El siguiente paso para el creyente es contestar: "Tu concepto de omnipotencia es ingenuo. Obviamente, Dios tiene muchos otros atributos que hacen que tu ejemplo con la piedra sea bobo. Si fueras más teológicamente sofisticado, sabrías que Dios es perfectamente lógico, y por lo tanto no estaría en su naturaleza molestarse con piedras tontas, ni círculos cuadrados, ni subir hacia abajo, ni cualquier otra tontería ilógica así. Siempre opera dentro de lo lógico."

Pero al hacer esto se dan un tiro en el pie, porque el ateo puede contestar con lo siguiente: "Pues en ese caso, no hay milagros, porque qué es un milagro si no la suspensión del órden natural, esto es, del órden lógico: entonces, Dios no interviene. Si no puede hacer un círculo cuadrado, ¿cómo se supone que va a impregnar a una virgen, o resucitar un cadáver después de tres días? ¿Cómo es que haría cualquier cosa que lo divina, si siempre tiene que mantenerse dentro de la línea que le pinta la lógica? ¡Eso hasta lo puedo hacer yo!" Así, la omnipotencia muere por segunda vez, con el agradable pilón de que Dios acaba siendo más bien impotente. En este punto, los creyentes usualmente cambian de tema o recurren a insultos.

Lo mismo pasa cuando se abordan otros aspectos divinos, como la omnisciencia (¿si Dios lo sabe todo, él mismo tiene libre albedrío? ¿Si Dios lo puede y lo sabe todo, puede cambiar de opinión?), valores éticos absolutos (recordar el dilema de Eutifrón), y todos los otros argumentos que los ateos nos sabemos de memoria. El punto es: antes de pensar en la evidencia que te convecería de aceptar una teoría, primero tienes que asegurarte que la teoría está bien planteada en primer lugar. Entonces, lo que quisiera que dijeran más ateos prominentes cuando se les pregunte qué les haría cambiar de opinión, es que se necesita una mejor teoría de Dios antes de considerar cualquier evidencia. Si me preguntaran a mí qué me haría reconsiderar, contestaría: "Quiero una buena teoría de Dios, para empezar."

No importa cuántas veces escuche la voz de Cristo en mi cabeza, no me haré cristiano. No es porque pueda ser que esté alucinando, o que haya sido engañado por alguien, o que tenga la mente cerrada, sino que Cristo no tiene sentido. Lo que digan las estrellas es irrelevante si apuntan a una teoría que es solo basura. Puedo descartar que la voz que escuche sea la de Cristo, porque Cristo es incoherente y absurdo. De la misma manera que deberíamos descartar la homeopatía por su mera imposibilidad teórica desde antes de gastar en hacer estudios para ver si funciona, también deberíamos rehusarnos a perder tiempo buscando evidencia para un dios que no tiene sentido y, por lo tanto, no puede existir.

Hay un segundo y último punto que decir al respecto de todo esto: no es suficiente que una teoría de Dios sea bien planteada. De hecho, una vez que se ha logrado la consistencia, todavía permanece la cuestión de cómo distinguirla de otras teorías de Dios que pudieran estar bien planteadas, o de la teoría de Ningún Dios. Es aquí donde las supuestas nociones sofisticadas de Dios, como un "sustento de la existencia", fracasan: se confunden unas con otras, y todas son guillotinadas por la Navaja de Ockham antes de poder despegar.

En conclusión: la evidencia para un sinsentido no es evidencia. Los creyentes, sofisticados o no, tienen que arreglar sus teorías antes de molestar a otros a considerar cualquier evidencia que crean tener.

Este artículo apareció primero acá, en inglés:
God is not a good theory

2015-12-20

El Suicidio de la Izquierda

Fue en la segunda mitad de la decada de los 2000 que vi, en tiempo real, cómo el así llamado Nuevo Ateísmo se formó. Christopher Hitchens, Sam Harris, Daniel Dennet y Richard Dawkins, los “Cuatro Jinetes del Antiapocalipsis” parecían aparecer todos los días con un nuevo libro, una nueva entrevista, un nuevo debate.  Fueron los años dorados de YouTube, cuando se encontraba en su punto óptimo entre la calidad de contenido y la falta de competidores.  Todas las noches ansiaba poder llegar a casa a ver más pseudointelectuales (entiéndase, teólogos y postmodernistas) ser demolidos por la contundencia de la lógica y la evidencia.

Al mismo tiempo, viejos héroes de mi otra faceta, la política, también se manifestaban en la web: Tariq Ali, Noam Chomski, Alexander Cockburn y Christopher Hedges, por nombrar algunos.  Naturalmente, me pareció obvio que era cuestión de tiempo que estas dos corrientes, la del racionalismo y el pensamiento progresista, se unieran de una vez por todas y lograran mover el centro de la discusión hacia delante y a la izquierda.  Era obvio que las mentes de unos y otros eran complementarias y juntos serían aplastantes.

Fui desabusado de este sueño guajiro precisamente por el más grande de los pensadores actuales de izquierda en Estados Unidos, y quizá el disidente más relevante de la actualidad: Noam Chomsky.  Al final de una charla en la que repasó los conocidos traspiés del imperio americano, hubo una sesión de preguntas.  Uno de los asistentes preguntó explícitamente acerca del llamado Nuevo Ateísmo, y la respuesta de Chomsky fue abismal: dijo (siendo él mismo ateo, por cierto) que Hitchens, Harris y compañía no eran en nada distintos de los fanáticos religiosos que tanto critican. Los acusó de fundamentalismo ateo y de ser poco estudiosos y sofisticados.

Si esto no te escandaliza, amable lector(a), me detengo un momento en ilustrar la magnitud de lo que pensé en ese momento: Chomsky cometió el mismo error que los demagogos religiosos de la derecha. El “fanatismo ateo” es un sinsentido absoluto; no hay tal cosa como ser demasiado razonable, o exigir demasiada evidencia para declaraciones fantásticas. Pero es peor que eso: el ateísmo es simplemente no creer en ningún dios.  Comparando con un pasatiempo, imagina cómo suena la idea de una persona que es fanática de no coleccionar estampas; un no-coleccionador militante.  Es absurdo, y demuestra que la persona que dice tal cosa no le ha dedicado neuronas a la cuestión.  En cuestiones de fe y ateísmo, esto se cubre en el kinder. Si Chomsky hubiera dedicado tiempo a leer a los autores ateos, y de escuchar lo que realmente decían y no lo que eran acusados de decir, no hubiera dicho semejante idiotez.  Y a partir de ese momento, pensé: si Chomsky puede cometer un error tan elemental, y si ha sido tan omiso en una cuestión tan fácil de investigar, ¿en qué más podría estar lleno de mierda?

Lo que vino en los siguientes años solamente acentuó mis titubeos cada vez que me identificaba a mí mismo como “de izquierda”.  El movimiento del ateísmo, si se le pudiera llamar movimiento a tal cosa, se fue deshaciendo poco a poco a medida que los participantes, casi todos en la izquierda, quedaron enfrentados por diferencias en torno a posiciones periféricas a la religión.  En particular, la agenda de los Social Justice Warriors (“Guerreros de Justicia Social”) que surgieron dentro del movimiento descarrilaron lo que pudo haber sido un empuje hacia la razón y la secularización del gobierno en Estados Unidos y el mundo.

Si suena paradójico que la justicia social acabara siendo un problema, es porque lo es.  Uno pensaría que la justicia social, bandera de la izquierda desde tiempos inmemoriables, es algo inobjetable.  Pero es que los SJWs tienen una idea de justicia social que es una perversión de lo que uno consideraría prioritario y razonable. En vez de buscar soluciones a la victimización real que muchos sectores de la población sufre, los SJWs crearon un culto de la victimización. Para que la opinión de uno contara, primero tenía que demostrar tener alguna agravancia: que si soy gay, que si soy negro, que si soy de una minoría religiosa (excepto el ateísmo, curiosamente eso no cuenta), que si soy trans, que si he sido acosado/a, que si soy indígena… la lista es interminable. Y entonces, los que quisieran participar en este juego de ganarse puntos sociales, tenían que demostrar su victimización o, en su defecto, adoptar a una minoría y defenderla dogmáticamente a toda costa.  El hombre blanco, heterosexual, de mediana edad y clase media se convirtió en el enemigo… aunque obviamente fuera de izquierda, y aunque este fuera el mismo comportamiento de racismo y dogmatismo que tanto denunciaban.  La política de identidad secuestró lo que antes era una discusión basada en el mérito de los argumentos y el contenido del carácter de los actores.

La combinación de lo anterior con el relativismo moral fue lo que acabó por darle el tiro de gracia a la posición intelectualmente fuerte de la izquierda.  Ya lo estamos viendo en México: si un diputado dice una barbaridad misógina, los medios y las redes sociales explotan hasta forzarlo a disculparse, renunciar, y/o tomar cursos de sensibilidad e infinidad de cosas más... ¡y así debe ser! Pero cuando los indígenas en Guerrero e Hidalgo venden a sus hijas cual Talibanes, solamente hay silencio.  Peor aún, surgen las voces de los hippies: déjenlos en paz, así es su cultura, son sus usos y costumbres. Esto es el prejuicio de las expectativas disminuidas: si alguien es bajito y prietito, parecen decir, no puede evitar ser un salvaje.

Demagogos, fascistas y religiosos ahora dominan las conversaciones, porque la gente racional de valores realmente liberales no quiere acercarse a los temas espinosos por temor a ser tachados de racistas, sexistas, islamofóbicos, o lo que sea.  Cuando más se necesita que se discutan todas las ideas de manera abierta y que se consideren todas las preguntas, los SJWs atacan a cualquiera que se atreva a desviarse de la agenda: ¿Cuál es el castigo en el Islam por dejar la religión? Eres islamofóbico. Cuando se presentan estadísticas de violación en las universidades, ¿qué definición de violación usan? Eres un cerdo sexista. ¿Tiene Israel el derecho a defender a sus ciudadanos? Eres un zionista racista. ¿Puedo vestirme de samurai en Halloween? Eso es apropiación cultural.  ¿No sería mejor integrar a los indígenas a la sociedad en vez de mantenerlos en marginación como en un zoológico? Eso es discriminante y ofensivo. ¿Y qué logros concretos tuvo el “gobierno legítimo” que estableció el Peje allá en el 2006?  Eres defensor del estatus quo. ¿Si los terroristas nos están diciendo que lo que hacen es por el Islam, por qué no les tomamos la palabra? Es que la política externa imperialista de occidente… Y así para todo.

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Teoría de la herradura política.
Pero parece haber esperanza: una nueva corriente de intelectuales, incluyendo algunos de los viejos líderes de izquierda, está luchando por recuperar el espacio que la discusión abierta e informada debería tener en una democracia moderna.  El médico y escritor Ali Rizvi ha bautizado a esta corriente como el Nuevo Centro.  Además, el reformista islámico Maajid Nawaz le ha devuelto la jugada a los demagogos de izquierda etiquetándolos a ellos como más les duele: son la Izquierda Regresiva. Una nueva ola de crítica a la demagogia parece estar tomando forma, e incluye un grupo más diverso: mujeres, hombres, minorías sexuales, minorías religiosas y gente de todas las razas y edades están diciendo basta.

Una contribución invaluable a este despertar son David Rubin y Joe Rogan, que han dado sus espacios en los nuevos medios para tener conversaciones honestas (y largas) con los principales actores.  Las redes sociales han sido invaluables para este movimiento: los medios masivos de televisión están aterrados de tocar estos temas.

Lo más importante que podemos hacer en este momento es hablar. Hablar de la religión y política, sobre todo. Hablar de como resolver los problemas, y no solamente de darle abrazos a las víctimas (que claro que las hay). Que se ofenda quien se tenga que ofender.  Que haya manifestaciones y discusiones y desacuerdos. Si la gente racional y abierta no llena los espacios de conversación, los fascistas y apologistas de la irracionalidad sí lo harán. 

2015-12-11

El Nuevo Ateísmo

La religión comenzó cuando el primer charlatán encontró al primer tonto.
-Voltaire

Y seguramente, el ateísmo comenzó con la primer persona que se dio cuenta de lo que estaba pasando. Entonces, la incredulidad sobre la dimensión divina ha estado con la humanidad desde tiempos inmemoriables. Y es así, tras milenios de señalar lo obvio, que finalmente se llega en la última década a un movimiento conocido como el Nuevo Ateísmo. Curiosamente no tiene posturas nuevas en sí, en cuanto a que sigue siendo una reacción a los intentos de los creyentes, sofisticados o corrientes, de articular conocimiento acerca de cosas que no pueden saber. Más bien el movimiento, si se le pudieran llamar así, es una cuestión de actitud más que de lógica o evidencia: los “nuevos” ateos se distinguen por no lamentar, en lo absoluto, su incredulidad. Lejos de disculparse, esta nueva estirpe de intelectuales critica las malas ideas sin piedad ni compasión—tal como debería ser, diría yo.

Uno de los intelectuales más asociados con el Nuevo Ateísmo es el filósofo y neurocientífico Sam Harris, que hizo la inauguración de facto de esta nueva corriente con el libro The End of Faith (El Fin de la Fe) en 2004. Convenientemente, el mensaje puede resumirse en un documento de su misma autoría, el Manifesto Ateo (2005). Si tuvieran que resumirse todos los argumentos para entender por qué ningún dios existe y, además, de por qué vale la pena hacer algo por corregir el problema de la fe en sí; y si tuviera que hacerse ese resumen en menos de diez páginas, este documento sería por mucho el más indicado.

Harris revisa ejemplos de problemas clásicos que los creyentes fracasan en resolver, como el Problema del Mal y la obvia incompatibilidad de los distintos credos. Esto es el procedimiento usual en un tratado ateo, pero Harris también da un paso adicional que faltaba hasta entonces: la crítica de la moderación religiosa. A considerar:

Aunque es suficientemente fácil para la gente inteligente criticar el fundamentalismo religioso, algo llamado “moderación religiosa” todavía disfruta de un inmenso prestigio en nuestra sociedad, aún en las torres de marfil. Esto es irónico, al ser los fundamentalistas los que tienden a hacer un uso más consistente de sus cerebros que los “moderados”. Mientras que los fundamentalistas justifican sus creencias religiosas con evidencia y argumentos extraordinariamente pobres, al menos intentan la justificación racional. Los moderados, por otro lado, generalmente no hacen más que citar las buenas consecuencias de la creencia religiosa. En vez de decir que creen en Dios porque ciertas profecías bíblicas se han cumplido, los moderados dicen que creen porque eso le “da significado a sus vidas”. Cuando un tsunami mató a unos cientos de miles de personas el día después de Navidad, los fanáticos rápidamente interpretaron este cataclismo como evidencia de la Ira de Dios. Al parecer, Dios estaba enviando a la humanidad otro mensaje oblicuo acerca de los males del aborto, la idolatría y la homosexualidad. Aunque sea moralmente obscena, esta interpretación de los eventos es más razonable, dadas ciertas (ridículas) suposiciones. Los moderados, por otro lado, se rehúsan a llegar a cualquier conclusión acerca de Dios a partir de sus obras. Dios permanece como un misterio perfecto, una mera fuente de consuelo que es compatible con la maldad más desoladora. En cara de desastres como el tsunami asiático, la piedad liberal es apta para producir los sinsentidos más untuosos y estupefacientes que se puedan imaginar. Y aún así, hombres y mujeres de buena voluntad naturalmente prefieren tales vacuidades a la odiosa moralización y profetización de los verdaderos creyentes. Entre catástrofes, es ciertamente una virtud de la teología liberal que enfatiza la misericordia sobre la ira. Pero vale la pena notar que es la misericordia humana la que entra en acción—no la de Dios—cuando los cuerpos hinchados de los muertos son recuperados del mar. En los días en que miles de niños son arrancados de los brazos de sus madres y ahogados casualmente, la teología liberal debe ser expuesta por lo que es: la pretensión moral más pura. Incluso la teología de la ira tiene más mérito intelectual. Si Dios existe, no es inescrutable. Lo único inescrutable en estos eventos terribles es que tantas personas neurológicamente sanas puedan creer lo increíble y pensar que es la cima de la sabiduría moral.

[…]

Aquí podemos ver por qué la Apuesta de Pascal, el Salto de Fe de Kierkegaard y otros esquemas Ponzi epistémicos no sirven. Si Dios existe y se manifiesta de algún modo, la razón para creer es esa manifestación. Tiene que haber alguna conexión causal, o la apariencia de una, entre el hecho en cuestión y la aceptación de ella. De este modo, podemos ver que las creencias religiosas, si son creencias acerca de cómo es el mundo, deben ser empíricas en su espíritu como cualquier otra creencia. Con todos sus pecados contra la razón, los fundamentalistas entienden esto; los moderados—casi por definición—no.
Lamentablemente, es obligatorio en un tratado de esta naturaleza hacer un alto en los supuestos crímenes del ateísmo a través de la historia. Primero, esto es porque los acusadores invariablemente no entienden qué es el ateísmo en primer lugar. El ateísmo por si solo no puede ser motivación para nada, porque es simplemente la falta un creencia en un dios. No hay un camino lógico que se pueda seguir partiendo de “no creo que tu dios exista” y que termine en “por lo tanto te voy a exterminar”. Decir que el ateísmo motiva cualquier cosa es como decir que no leer libros lleva a uno a escribir reseñas. Harris de nuevo:
El ateísmo no es una filosofía; ni siquiera es una visión del mundo. Es simplemente un rechazo a negar lo obvio. Desafortunadamente, vivimos en un mundo en el que lo obvio es ignorado por cuestión de principio. Lo obvio debe ser observado, re-observado y argumentado. Este es un trabajo malagradecido. Lleva consigo un aura de irritabilidad e insensibilidad. Es, sobre todo, un trabajo que el ateo no quiere.
Sobre las atrocidades del siglo XX, Harris repasa algunos mitos comunes acerca de las ideologías de los regímenes involucrados. Los Nazis fueron muchas cosas, pero ateos o laicos no. En el caso del comunismo, aún cuando pudiera ser explícitamente anticlerical, no se distinguía por ser precisamente sensato. Además, estos regímenes deben contraponerse a las sociedades altamente ateas actuales como Suecia, Finlandia, Noruega, Islandia, Alemania, Japón, Bélgica y otras más, que son de las más prósperas según cualquier métrica que se quiera escoger.
Auschwitz, los gulags y los campos de muerte no son ejemplos de lo que pasa cuando la gente se vuelve demasiado crítica de las creencias injustificadas; por el contrario, estos horrores testifican sobre los peligros de no pensar críticamente acerca de ciertas ideologías seculares específicas. Sobra decir que un argumento racional en contra de la fe no es un argumento a favor del ateísmo como un dogma. El problema que el ateo expone no es más que el problema del dogmatismo en sí—del cual toda religión tiene más que su debida parte. No hay sociedad registrada en la historia que haya sufrido porque sus habitantes se hicieran demasiado razonables.
Enumerar los conflictos religiosos y sus orígenes es relativamente sencillo, para lo cuál basta a uno ver cualquier sección de noticias en cualquier día. Los creyentes tienen mucho en juego si creen que su salvación eterna depende de creer en el dios correcto y seguir las reglas que él (¿ella?) les ha desplegado. Como la razón y la evidencia están descartados como método para determinar quién tiene la razón, los creyentes de distintos bandos resuelven sus diferencias por otros medios. Es el ateo quien se detiene a señalar que los emperadores de todos los reinos están desnudos. El problema de fondo es la fe como una epistemología que usurpa a la razón y la evidencia:
Cuando tenemos buenas razones para lo que creemos, no necesitamos la fe; cuando no tenemos razones, o tenemos razones malas, hemos perdido nuestra conexión con el mundo y con los demás. El ateísmo no es más que un compromiso con el estándar más básico de honestidad intelectual: las convicciones de uno deberían ser proporcionales a la evidencia que tenga uno. Fingir certeza cuando uno no la tiene—de hecho, pretender estar seguro acerca de cosas por las que la evidencia ni siquiera es concebible—es fracaso tanto moral como intelectual. Solo el ateo se ha dado cuenta de esto. El ateo es simplemente una persona que ha detectado las mentiras de la religión y se ha negado a hacerlas suyas.

2015-10-28

Etiqueta para no-diabéticos


La empatía es definida, en alguna de sus muchas instancias, como la capacidad de ponerse en la situación de otros y poder pensar y sentir lo que ellos.  La intuición que todos tenemos es que esto es bueno—y en gran parte lo es—pero tiene excepciones interesantes en las que no abundaré en este caso.  Más interesante es cuando se da por hecho que la empatía es buena, se procede a intentar ser empático—y se fracasa.  El gran ensayista Christopher Hitchens vivió esto unos meses después de ser diagnosticado con cáncer de esófago hace unos años, en la forma del siguiente encuentro con una lectora en una firma de libros:
    Ella: Siento mucho escuchar que está enfermo.
    CH: Gracias por decir eso.
    Ella: Un primo mío tuvo cáncer.
    CH: De veras siento oír eso.
    Ella: [Mientras la fila tras ella se alarga.] Sí, en su hígado.
    CH: Eso nunca es bueno.
    Ella: Pero desapareció, después de que los doctores le dijeron que era incurable.
    CH: Bueno, eso es lo que todos queremos.
   Ella: [Con aquellos más atrás de la fila ahora mostrando señales de impaciencia.] Sí. Pero luego regresó, mucho peor que antes.
    CH: Oh, qué horroroso.
    Ella: Y luego se murió. Fue agonizante. Agonizante. Pareció tomar una eternidad.
    CH: [Empezando a buscar palabras.]...
    Ella: Claro, él fue un homosexual toda su vida.
    CH: [No logrando encontrar las palabras, ni queriendo sonar estúpido diciendo “Por supuesto.”]...
    Ella: Y toda su familia lo desheredó. Murió prácticamente solo.
    CH: Vaya, la verdad no sé qué decir...
    Ella: En fin, quería que supiera que yo entiendo exactamente por lo que usted está pasando.

EmbarrassmentClaro, no todos los encuentros son así de cómicamente inapropiados, pero éste sirve para ilustrar que hay cosas que uno simplemente no puede simular en su mente de manera confiable sin haberlas vivido uno mismo.  La intención puede ser buena, pero se puede provocar todo tipo de desmanes en las emociones de la persona que supuestamente está recibiendo el “apoyo”.  Distintas personas tienen distintos grados de sensibilidad y paciencia cuando se trata de exponer su situación a otros, sea ésta una enfermedad crónica o psiquiátrica, o tal vez orientación sexual, política, equipo de futbol o lo que sea.  A lo largo de mi vida me he encontrado constantemente en una posición minoritaria en cierto número de ámbitos, con distintos grados de incomprensión y ostracismo por parte de gente que cree que entiende mi situación y punto de vista, pero realmente no están ni siquiera en el mismo planeta.  En el terreno de las enfermedades crónicas no me he quedado atrás.

*   *   *
A continuación viene una lista de breves consejos acerca de cómo tratar con un diabético tipo 1 (DT1).  La mayoría se pueden trasladar a otros padecimientos crónicos de manera inmediata (la diabetes tipo 2 es el caso más obvio, aunque hay diferencias importantes), pero otros requieren algo de adaptación si se quieren aplicar a otras condiciones.  La lista está inspirada en guías como las que se encuentran aquí: 1, 2.

1.  Un DT1 puede, en principio, comer y tomar lo que sea.  Todos los carbohidratos—dulces, cereales, pastas, pan, tortillas, pasteles, arroz, pizzas, papas, refrescos, tamales, galletas y muchas cosas más—acaban convirtiéndose en glucosa cuando son metabolizados (con algunas consideraciones especiales en torno a la fibra).  La insulina es la hormona que permite a esta glucosa entrar a las células y ser usada como combustible. En una persona sana, el páncreas secreta insulina de manera automática.  En un DT1, las células responsables de este proceso han sido aniquiladas permanentemente por un cortocircuito del sistema inmune, por lo que es necesario inyectarla (no puede ser tomada porque no sobrevive el proceso digestivo).  Entonces, si nos ponemos la cantidad correcta de insulina, podemos comer toda la glucosa que queramos, en la forma que queramos. Pero…
 
TD1_22.  Nunca insistas en ofrecer comida a un DT1, a pesar del punto anterior. En la práctica, calcular la insulina necesaria para un alimento no es una tarea trivial e inclusive los DT1 más meticulosos y experimentados fallan constantemente.  La dosis a administrar es calculada tomando en cuenta los gramos de carbohidratos que contenga el alimento, ya sea por lo que marque la etiqueta (que muchas veces está mal), lo que estime el propio diabético (somos prácticamente nutriólogos honoríficos) o lo que se haya aprendido a base de prueba y error. Otro factor es la rapidez con la que se puede digerir el carbohidrato en cuestión (no es lo mismo un chocolate que un arroz frito). También hay que tomar en cuenta las condiciones de estrés, enfermedad o menstruación, según apliquen; el ejercicio, distinguiendo entre el aeróbico y anaeróbico; la hora del día, porque distintas hormonas del ciclo circadiano (cortisol, por ejemplo) pueden interferir con la eficiencia de la insulina; los medicamentos varios que uno pudiera estar tomando para otra cosa; el alcohol, si se va a consumir; la insulina residual que quedó activa de la última dosis; y el nivel de glucosa en sangre al momento de inyectar.  Con demasiada insulina uno puede acabar desmayado, en coma o muerto; con demasiado poca se crea daño a los órganos a largo plazo, además de poder quedar en coma o muerto.  Entonces, si un DT1 prefiere no meterse en problemas con un alimento en particular, probablemente tiene una buena razón.

3.  Nunca le “expliques” a un DT1 su padecimiento.  Lamentablemente, vivimos en un país todavía sumergido en ignorancia, superstición y pseudociencia.  Peor aún, parafraseando a Bertrand Russel, los idiotas son los más seguros al momento de hablar y actuar.  Este punto llevaría varias páginas explorar a fondo, pero la idea es que, en general, todo lo que la gente cree saber de la diabetes está mal.  Si estás ante un DT1, ponerte a hablar de las causas y tratamientos de la diabetes es como conversar con un judío acerca del Holocausto, o acerca del racismo con un negro; más vale que vengas bien informado.  No son situaciones moralmente equivalentes, pero intelectualmente sí (véase el diálogo en la introducción).  Por ningún motivo digas alguna burrada como “es porque comiste mucha azúcar” o “pero no te ves gordo”.  Por otro lado, preguntarle al DT1 acerca de su enfermedad con apertura, sinceridad, buena fe o curiosidad genuina es siempre bienvenido, guardando todavía la analogía con los grupos antes mencionados.

4.  Mejor no preguntes cómo va el manejo de la enfermedad. Reconociendo las historias inspiradoras de gente que triunfa a pesar de ser DT1, la realidad es que la mayoría no lo logra, sobre todo a largo plazo.  Sí, hay quienes se las ingenian para correr maratones y vivir hasta los 90 años, pero por cada uno de ellos hay muchos más que desarrollan complicaciones pronto y/o mueren en poco tiempo.  El control de esta enfermedad es muy, muy difícil y desgastante. Si en un momento dado le preguntas a un DT1 cómo va, lo más probable es que le atines a un mal momento.  El DT1 ya tiene suficientes conversaciones acerca del manejo de su enfermedad con su médico y, cuando mucho, con su familia cercana. Si vas a abordar el tema de todos modos, al menos hay que tener el tacto que se ilustró en el punto 3.

T1D5.  No menciones curas, remedios milagrosos, ni caseros.  Si hubiera cualquiera de estas cosas, seríamos los primeros en saber.  El tratamiento efectivo consiste en controlar dieta, inyectar insulina y hacer ejercicio. Dependiendo de cada paciente, se pueden agregar algunos medicamentos para otras complicaciones, según determine el médico.  Los alimentos “sin azúcar” en general no sirven para nada, porque casi siempre contienen otros carbohidratos que acaban siendo azúcar de todos modos (ver el punto 1), saben a mierda y son más caros.  Los alimentos que no contienen carbohidratos en lo absoluto pueden ser prácticos porque uno se ahorra el cálculo explicado en el punto 2: se trata de las famosas bebidas “de dieta”.  No son bienvenidos nopales, leche de alpiste, factores de transferencia, homeopatía, naturopatía, reiki, imanes, teorías de farmacéuticas perversas ni otras chingaderas similares.

HumanPinCushion6.  Entiende las acciones de control que toma el DT1.  Imagina que cada vez que tuvieras que toser o estornudar tuvieras que ir a encerrarte a un baño o algún cuarto vacío, o que tuvieras que tomar antibióticos o jarabe para la tos a escondidas.  Yo no he sentido ninguna obligación de esconder mis medidas de glucosa, refrigerios de emergencia ni inyecciones, pero lamentablemente muchos otros DT1s sí lo hacen porque reciben comentarios o miradas incómodas cuando la necesidad los atrapa enfrente de otros.  Ser DT1 es ser un afiletero humano.  Hay piquetes, algodones, agujas, cánulas, dolor y sangre.  Ya con eso es suficiente.

7.  Nunca minimices la diabetes tipo 1.  Mi salud depende de la única compañía en México que vende microinfusoras de insulina y todos los insumos que van con ella.  Mis finanzas dependen de la compañía de seguros que paga (casi) todo a la primer compañía y ahora soy rehén de ambas de por vida.  Al paso de 5 a 10 piquetes al día entre glucometrías e inyecciones, he acumulado entre 6,000 y 12,000 piquetes en tres años y medio de ser DT1, además de análisis de laboratorio cada 3 meses y todo lo que falta todavía.  Las distintas estadísticas convergen en que mi esperanza de vida se redujo hasta 15 años al momento de ser diagnosticado—tal vez ni siquiera llegue a jubilarme.  Potencialmente, si no se reforma la legislación en cuanto a la muerte con dignidad, enfrento un fin lento, doloroso, humillante y desgastante para mi familia. Me esperan ceguera, amputaciones, neuropatía, gastroparesis, falla cardiaca e insuficiencia renal—pudrirse vivo.  Y yo soy de los afortunados: alcancé a vivir 29 años sin este escenario y tenía seguro de gastos médicos al momento que sucedió.  La mayoría de los DT1 son diagnosticados en su infancia o adolescencia y sin ningún seguro.  Entonces no, compararlo con cáncer u otras cosas “peores” no es de gran ayuda.

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DT1_3
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Más sobre mi diagnóstico (en mi blog anterior, del 2012) : Ni Gordo, Ni Viejo






2015-10-13

Lamento de un Matemático

Reseña de Lockhart’s Lament
Un músico tiene una pesadilla terrible.  En su sueño, se encuentra en una sociedad donde la educación musical se ha vuelto obligatoria. “Estamos ayudando a nuestros estudiantes a ser más competitivos en un mundo cada vez más lleno de sonidos.” Educadores, sistemas educativos y el estado se hacen cargo de este vital proyecto.  Se encargan estudios, se forman comités y se toman decisiones—todo sin el consejo ni participación de un solo músico o compositor profesional.

Como es sabido que los músicos escriben sus ideas en notación musical, estas líneas y bolitas negras deben constituir “el lenguaje de la música.” Es imperativo que los estudiantes sean diestros en este lenguaje si es que van a tener algún grado de competencia musical; de hecho, sería ridículo esperar que un niño pudiera cantar o tocar un instrumento sin haber formado cimientos robustos en la notación y teoría musical.  Tocar un instrumento y escuchar música se consideran temas muy avanzados—y ni se diga de la composición—y generalmente se posponen hasta la universidad, frecuentemente hasta el posgrado.

En cuanto a la educación primaria y secundaria, su misión es entrenar a los estudiantes a usar este lenguaje—menear estos símbolos de acuerdo a reglas establecidas: “En clase de música sacamos nuestro papel pautado, la maestra escribe algunas notas en el pizarrón, y nosotros las copiamos y las transportamos a otra tonalidad.  Tenemos que asegurarnos de tener las claves y armaduras correctas, y nuestra maestra es muy estricta acerca de rellenar las negras completamente.  Una vez tuvimos un problema acerca de una escala cromática y lo hice bien, pero la maestra no me dio puntos porque tenía las plicas apuntando para el lado equivocado.”

En su sabiduría, los educadores se dan cuenta que inclusive los niños más pequeños pueden recibir este tipo de instrucción musical.  De hecho, se considera vergonzoso que un niño de tercero no haya memorizado completamente su ciclo de quintas. “Tendré que conseguirle a mi hijo un tutor para música.  Simplemente no se aplica a su tarea de música.  Dice que es aburrido.  Solamente se sienta mirando por la ventana, tarareando e inventando canciones bobas.”

En los grados avanzados la presión realmente aumenta.  Después de todo, los estudiantes deben prepararse para los exámenes estandarizados y de admisión a la universidad.  Deben tomar cursos en Escalas, Modos, Métrica, Armonía y Contrapunto.  “Es mucho para aprender, pero cuando lleguen a la universidad y por fin escuchen estas cosas, apreciarán todo el trabajo que invirtieron en la prepa.” Claro, muchos estudiantes no se dedican a la música después, así que solo unos pocos llegarán a escuchar los sonidos que los puntos negros representan.  Aún así, es importante que cada miembro de la sociedad pueda reconocer una modulación dentro de un pasaje fugal, aunque nunca lo escuchen.  “La verdad, la mayoría de los estudiantes simplemente no son buenos para la música.  Se aburren en clase, sus habilidades son terribles y sus tareas son ilegibles.  A la mayoría no le pudiera importar menos el papel de la música en el mundo actual; solo quieren tomar lo mínimo requerido para pasar sus cursos y terminar con eso.  Supongo que simplemente hay gente musical y gente no musical.  ¡Pero una vez tuve una alumna que era sensacional!  Su notación era impecable—cada nota en el lugar correcto, perfecta caligrafía, sostenidos, bemoles…simplemente hermoso.  Algún día será una artista ejemplar.”

Despertando en medio de un sudor frío, el  músico se da cuenta, agradecido, de que fue solo un sueño loco. Por supuesto, se consuela, ninguna sociedad reduciría una forma de arte tan hermoso y significativo a algo tan mecánico y trivial; ninguna cultura podría ser tan cruel con sus niños y robarles de un medio tan satisfactorio de expresión humana.  ¡Qué absurdo!
*  *  *
Y sin embargo, es así como se “enseñan” las matemáticas a millones de niños y jóvenes alrededor del mundo.  Si uno le pregunta a una matemática profesional qué son las matemáticas para ella, contesta con palabras como creatividad, rigor, belleza, elegancia y simetría.  Pero si uno le pregunta lo mismo a un muchacho de secundaria, se topa con aburrimiento, confusión, memorización y tedio.  Los pocos alumnos que disfrutan de las matemáticas en ocasiones lo hacen por las razones equivocadas: no son realmente buenos para las matemáticas, sino que simplemente son buenos para seguir instrucciones que memorizaron.  Entonces se tiene un doble problema: alumnos que hubieran sido brillantes matemáticos se dedican a otras cosas, y alumnos que creen ser buenos matemáticos tienen un encuentro brusco con la realidad cuando por fin entienden de qué se trata el asunto.

El Lamento de Lockhart (Lockhart’s Lament) fue escrito en 2002 por el matemático Paul Lockhart.  A través de más de 20 páginas de apasionada argumentación, plantea la idea radical de enseñar matemáticas a los alumnos como realmente hacen matemáticas los profesionales.  Digo radical, porque cuando uno lee el texto de Lockhart, inmediatamente se tiene el reflejo instantáneo de que tal cosa no podría funcionar.

¿Pero es así? A nadie le preocupa que los alumnos tengan perfecta redacción, ortografía y vocabulario antes de leer Shakespeare en la preparatoria.  ¿Entonces por qué escondemos el verdadero razonamiento matemático de los alumnos a toda costa? No solo eso, sino que los problemas realmente interesantes que ocasionalmente se tratan en la educación elemental son oscurecidos y complicados innecesariamente en nombre de la “formalidad.”  Dice Lockhart:
Al concentrarnos en el “qué” y dejando de lado el “por qué”, las matemáticas son reducidas a un cascarón vacío.  El arte no está en “la verdad” sino en la explicación, en el argumento.  Es el argumento mismo el que le da a la verdad su contexto y determina qué es lo que realmente se está diciendo y qué significa.  Las matemáticas son el arte de la explicación.  Si se le niega a los estudiantes la oportunidad de participar en esta actividad—de plantear sus propios problemas, hacer sus propias conjeturas y descubrimientos, de equivocarse, de estar creativamente frustrados, de tener inspiración, y de armar sus propias explicaciones y demostraciones—se está negando las matemáticas mismas.  Así que no, no me estoy quejando de la presencia de datos y fórmulas en las clases de matemáticas.  Me estoy quejando de la falta de matemáticas en las clases de matemáticas.
¿Pero cómo se vería la enseñanza de matemáticas que Lockhart quisiera?  Nuevamente, pone un ejemplo tomado de uno de sus propios encuentros con alumnos de preparatoria.  En la sección “Geometría de Preparatoria: Instrumento del Diablo”, nos pide considerar el caso de un triángulo inscrito en un semicírculo:
Lockhart1
¿Se puede demostrar que los ángulos formados en los vértices marcados con puntos siempre son de 90°?  ¿Es esto obvio?
He aquí un caso en el que nuestra intuición está un tanto en duda.  No es del todo claro que esto deba ser cierto; inclusive parece improbable—¿no debería cambiar el ángulo si muevo el vértice? ¡Lo que tenemos aquí es un fantástico problema de matemáticas! ¿Es cierto? ¿Por qué? ¡Qué gran proyecto! ¡Qué buena oportunidad para ejercitar el ingenio y la imaginación! Por supuesto, no se le da la oportunidad a los estudiantes, cuya curiosidad e interés es inmediatamente desinflada por:
Teorema 9.5 Sea \( \bigtriangleup ABC\) un triángulo inscrito en un semicírculo con diámetro \( \bar{A} \bar{C}  \).  Entonces, \(\angle ABC\) es un ángulo recto.
Demostración:
1. Dibuje el radio \(OB\). Entonces \(OB = OC = OA\). (Dado)
2. \(m\angle OBC = m\angle BCA\) ;
    \(m\angle OBA = m\angle BAC.\). (Teorema de triángulos isóceles)
3. \(m\angle ABC = m\angle OBA + mOBC\). (Postulado de suma de ángulos)
4. \(m\angle ABC + m\angle BCA + m\angle BAC = 180\). (Suma de ángulos es 180°)
5. \(m\angle ABC + m\angle OBC + m\angle OBA = 180\). (Sustitución en línea 2)
6. \(2 m\angle ABC = 180\). (Sustitución en línea 3)
7. \(m∠ABC = 90\). (Propiedad de división equitativa.)
8. \(\angle ABC\) es un ángulo recto.
¿Puede ser algo más desagradable y poco elegante? […]  Ningún matemático trabaja así.  Ningún matemático ha trabajado así nunca.  Esta es una completa incomprensión de la empresa matemática.  Las matemáticas no son acerca de crear barreras entre nosotros y nuestras intuiciones, ni de hacer complicaciones de las cosas sencillas.  Las matemáticas tratan de remover los obstáculos a nuestra intuición y mantener las cosas simples como tales.

[…]

Compare el desorden anterior con un argumento creado por uno de mis alumnos de secundaria:
Lockhart2“Tomemos el triángulo y girémoslo para que haga una caja dentro del círculo.  Como el triángulo giró por completo, los lados de la caja deben ser paralelos, así que forma un paralelograma.  Pero no puede ser una caja chueca, porque ambas diagonales son diámetros del círculo, por lo que son iguales, lo que significa que es en realidad un rectángulo.  Por eso la esquina siempre es un ángulo recto. […] Como el triángulo giró medio camino a través del círculo, la punta debe quedar exactamente opuesta de donde comenzó.  Por eso las diagonales de la caja son diámetros del círculo.”
*  *  *

No estoy seguro si esta educación matemática funcionaría en el sentido que los administradores quisieran que funcionaran las matemáticas: que la gente sepa sumar, restar, multiplicar, dividir, calcular una propina, equilibrar su chequera, entender qué significa la tasa de interés en su crédito y más.  Pero Lockhart anticipa estas objeciones y más recordándonos que, como se enseñan las matemáticas actualmente, la gente no sabe hacer eso de todos modos.  Ni siquiera el objetivo de los administradores se está cumpliendo con el currículum actual.  Lo único que sucede es que los alumnos recurren a una calculadora de todos modos (¿y por qué no?), olvidan lo poco que aprendieron minutos después del examen y acaban odiando las matemáticas para siempre.  Que algunos pocos sigan adelante a carreras de matemáticas, física o ingeniería es un testamento de la belleza y atracción que logra filtrarse a través del sistema que lucha por ocultarla.

Lockhart también reconoce el rol de los maestros en todo esto: para él, son pobres diablos que les tocó entrar a una maquinaria que aplasta sus intentos de pedagogía real y los obliga a solamente preparar a los alumnos para el examen siguiente.  Además, la mayoría de los maestros que enseñan matemáticas ni siquiera son matemáticos:

La enseñanza no es acerca de la información.  Es acerca de tener una relación intelectual honesta con tus estudiantes.  No requiere ningún método, herramientas ni entrenamiento; solo la habilidad de ser auténtico.  Y si no puedes ser auténtico, entonces no tienes derecho de imponerte a niños inocentes.

En particular, no se puede enseñar a enseñar.  Las escuelas normales son una farsa.  Claro, puedes tomar clases en desarrollo infantil y eso, y puedes estar entrenado para usar un pizarrón “efectivamente” y hacer planeaciones de tus clases (lo cual, por cierto, garantiza que tu clase será planeada y, por lo tanto falsa), pero nunca serás un verdadero maestro si no estás dispuesto a ser una verdadera persona.  Enseñar significa apertura y honestidad, y una habilidad de compartir emoción, y un amor por aprender.  Sin esto, todos los certificados de educación en el mundo no te ayudarán, y con esto serán completamente innecesarios.
Como aderezo para su argumento, el autor incluye divertidos diálogos shakespeareanos entre personajes hipotéticos representando los distintos puntos de vista sobre lo que propone.  La mayor parte de las objeciones posibles a la propuesta se tratan en estos diálogos; Lockhart sabe bien qué es lo que propone y qué piensan los demás de ello.  Un ejemplo breve:
SIMPLICIO: ¿Pero cómo podrán las escuelas garantizar que sus estudiantes todos tengan el mismo conocimiento básico? ¿Cómo podremos medir sus habilidades?
SALVIATI: No podrán, y no lo haremos. Igual que en la vida real.  Ultimadamente hay que enfrentar el hecho de que la gente es diferente y eso está bien.  En cualquier caso, no hay urgencia.  Digamos que una persona se gradúa de la preparatoria sin saber sus fórmulas de ángulos medios (¡como si las supieran ahorita!). ¿Y qué? Al menos esa persona hubiera hubiera obtenido una idea acerca de qué realmente es la materia, y hubiera podido ver algo hermoso.
*  *  *
En el desarrollo de las matemáticas, se crea cierta maquinaria que resulta útil para resolver problemas prácticos. Pero eso no significa que de eso se traten las matemáticas. El método actual es como obligar a los estudiantes a pintar rejas y casas, decirles que es lo importante y práctico, y luego sorprenderse de que no les interese ir a una galería.  Más aún, se pretende dar la impresión de que así fue como Miguel Ángel pintó el techo de la Capilla Sixtina.  Claro que existe el lugar para la técnica, pero ésta se va desarrollando conforme es necesario en el contexto de problemas significativos.
Cuando las ideas se complican mucho la formalidad matemática y el arsenal de técnicas se vuelven necesarios para simplificar el pensamiento.  Pero no tiene caso introducirlos antes solamente para robotizar a los alumnos.  Algunos “datos” y “propiedades” importantes se van quedando simplemente por repetición, según se presentan en distintos problemas. Muchos otros son usados una vez y nunca más… ¡y eso está bien!  Los matemáticos y físicos no se saben todas las identidades trigonométricas tampoco, porque están ocupados pensando en cosas más interesantes y saben que las pueden consultar en un libro cuando se necesario.
Hay una profundidad que lo deja a uno sin aliento y una belleza que le rompe el corazón en este antiguo arte. Qué irónico que la gente descarta a las matemáticas por ser la antítesis de la creatividad.  Se están perdiendo de un arte más antiguo que cualquier libro, más profundo que cualquier poema, y más abstracto que cualquier abstracto. ¡Y es la escuela la que está haciendo esto! Qué ciclo tan triste de maestros inocentes causando daño a estudiantes inocentes.  Nos podríamos estar divirtiendo mucho más.

2015-10-04

Monsantofobia


En algunas personas es mayor el odio por las corporaciones que el amor por las personas.
-Dr. Kevin Folta

appleEs uno de los clichés más persistentes el señalar que la gente teme aquello que no entiende.  Pero el cliché persiste precisamente porque es cierto y no hay manera más sencilla de expresar su verdad; la historia está llena de gente bien intencionada poniéndose del lado equivocado de la historia por no querer molestarse en investigar o pensar demasiado.  Casi siempre, las cosas son más complicadas de lo que parecen y, en ocasiones, son completamente distintas a lo que se percibe a primera vista.  Aunque la educación suele ser un antídoto efectivo contra esto, hay ciertos puntos ciegos a los que gente relativamente educada sucumbe, particularmente en la llamada izquierda social.

La falacia naturalista


Solo porque las cosas son de cierto modo, o siempre han sido de cierto modo, no significa que así es como deberían ser.  Este es el famoso lema que formuló en primer lugar David Hume, en la forma de “no puedes derivar un debería a partir de un es”.  Sólo porque las cosas son de cierto modo en la naturaleza, no significa que así deberían ser.  La viruela, la polio y la lepra eran perfectamente naturales y nos deshicimos de ellas en cuanto pudimos sin pensarlo dos veces (bueno, la mayoría de nosotros).  Por si este punto no quedara claro todavía, invito al lector a considerar la siguiente secuencia de imágenes mostrando lo que hizo una garza con un lindo e inocente conejito que encontró en su camino:
Heron 1
Heron 2
Heron 3
Heron 4
Heron 5

La medicina moderna ha llevado nuestra esperanza de vida de 31 años a casi 70 tan sólo en los últimos cien años.  Esto es precisamente porque se han buscado maneras de sabotear los planes que la naturaleza tenía en mente para nosotros.

Transgénicos para principiantes


Desde el inicio de la agricultura y la domesticación de animales, los humanos hemos alterado lo que hubiera sido el curso natural de la reproducción de otros organismos.  Prácticamente todos los cultivos y animales domésticos que tenemos actualmente son el resultado de la cuidadosa manipulación de miles de genes a lo largo de cientos de generaciones.  La tecnología transgénica consiste en usar lo que se sabe acerca de los genomas de distintas especies de interés para acelerar este proceso, manipulando pocos genes a la vez (en lugar de miles) y así obtener resultados más allá de lo que se pudiera lograr solamente con selección artificial.

Los transgénicos han estado en uso desde hace más de 20 años.  Sus aplicaciones van desde la creación de fármacos hasta el desarrollo de alimentos que tienen mayor valor nutricional y requieren menos pesticidas y herbicidas.  Por si fuera poco, se avecina una crisis alimentaria todavía más aguda que la que se vive actualmente.  Tom Parret, de la revista Newsweek, reportó:

Las Naciones Unidas y los expertos dicen que habrá que duplicar la producción de comida para el año 2050, para el cuál se estima que la población mundial habrá aumentado de 7 mil a 9 mil millones de personas.  Eso está a solo 35 años de distancia, y no habrá más tierra arable para entonces.  De hecho, probablemente habrá menos.  Por ejemplo, se perdieron 73 millones de acres de tierra arable en EU entre 2002 y 2012, de acuerdo con el Departamento de Agricultura de EU (USDA); en los últimos años de sequía seguramente se han perdido aún más.  Mirando hacia delante, las condiciones para el cultivo solo serán más severas.

El hombre que prácticamente comenzó el activismo antitransgénico en los 90 por sí solo, Mark  Lynas, es ahora uno de sus principales defensores.  Su explicación, lectura obligatoria para cualquiera interesado en el tema, incluye lo siguiente:

Quiero comenzar con algunas disculpas.  Quiero que quede registrado, aquí y de frente, que quiero disculparme por haber pasado años denigrando los cultivos transgénicos.  Siento mucho haber ayudado a empezar el movimiento antitransgénico en los 90, y que al hacerlo asistí a demonizar una opción tecnológica importante que puede usarse para beneficiar al medio ambiente.

Como ambientalista, y como alguien que cree que todos en este mundo tienen derecho a la dieta sana y nutritiva de su elección, no pude haber escogido un camino más contraproducente.  Ahora me arrepiento completamente.

Así que se estarán preguntando—¿qué pasó entre 1995 y ahora que me ha hecho cambiar de opinión y venir aquí a admitirlo? La respuesta es sencilla: descubrí la ciencia, y en el camino me convertí en un mejor ambientalista.

El texto completo consta de más de 5000 palabras, y pueden verlo en forma de una charla que dio.  Otra versión más abreviada la encuentran aquí. Los puntos principales incluyen que insistir en cultivos “naturales” equivale a condenar a muerte a millones de personas; que no hay razones lógicas para preferir los métodos antiguos; y que las políticas públicas de los gobiernos han hecho que sea imposible para los pequeños productores competir con las grandes corporaciones, lo cual nos lleva al tema siguiente...

Monsanto


Una de las principales tácticas de grupos antitransgénicos, aparte de invocar la ya desacreditada falacia naturalista, es señalar que no existen suficientes estudios científicos acerca de su seguridad.  Eso es curioso, porque aquí hay 600.  No están precisamente escondidos.  La comunidad científica ha mantenido un consenso robusto de que son seguros para su consumo prácticamente desde que se empezaron a usar.  Al verse derrotados en el campo científico, los activistas cambiaron de táctica: atacar en el campo corporativo/social.

Monsanto es una de las corporaciones multinacionales más grandes del mundo, pero en el campo de la biotecnología tiene varios competidores, que nunca son mencionados, tales como Dow, Syngenta y Pioneer.  Los errores de comunicación y relaciones públicas de Monsanto están bien documentados, pero por sí solos se quedan muy cortos de explicar el odio que inspira en tantos.  Es de notar que la mayoría de los puntos señalados en contra de la corporación son simplemente falsos.  Aquí Manny Schewitz, de un sitio sumamente progresista, se atreve a molestar a algunos de sus correligionarios:

Frecuentemente escucharán acerca de cómo Monsanto demanda a agricultores por contaminación de sus semillas.  Sin embargo, de los cientos de miles de granjeros que compran semillas a la compañía anualmente, solamente han demandado a 144 entre 1997 y 2010, por violar sus derechos de patente o contratos con la compañía.  De todas esas demandas, solamente 9 han llegado a los tribunales y los fondos recuperados por Monsanto fueron donados.
Eso no es todo.  Más abajo uno encuentra esto:

Monsanto es vilificado por los grandes activistas orgánicos (sí, la industria orgánica es real y global, con un mercado de 63 mil millones USD) supuestamente por intentar hambrear o envenenar al mundo, pero han hecho mucho por combatir el hambre y promover la agricultura en el mundo en desarrollo, incluyendo países como Bangladesh.  Monsanto respalda la legislación para el etiquetado razonable de la comida, pero no está de acuerdo con las etiquetas propuestas por la industria orgánica, la cual intenta vilificar la tecnología transgénica a pesar de la falta de riesgos científicos.

Inclusive se le acusa a los transgénicos de provocar la muerte masiva de abejas, cuando la verdad es completamente distinta:

Los pesticidas neocotinoides (que no son un producto de semillas trans) han sido implicados como los posibles culpables del colapso de colonias de abejas, junto con varios parásitos y hongos.  También hay que señalar que la rotetona, un pesticida basado en la nicotina, ha sido usado por décadas en la industria orgánica y ha matado su parte de insectos polinizadores.

Los suicidios por parte de agricultores indios apenas valen la pena mencionar.  El mito es completamente inventado y está bien documentado, por ejemplo aquí.

La industria orgánica


¿Pero seguramente la gente tiene el derecho de consumir lo que quiera, no? Si después de todo esto, alguien se decide por “lo natural” existe la opción orgánica.  Lamentablemente, esto es solo una estafa, como nota Steven Novella en Science Based Medicine:

La supuesta superioridad de comida cultivada orgánicamente es un asunto aparte.  En una encuesta de 2003, 68.9% de los que compran orgánico dicen hacerlo porque lo consideran más sano (más que cualquier otra razón dada).  Sin embargo, cincuenta años de estudios no han producido evidencia alguna de que haya algún beneficio por consumir comida orgánica.  Así mismo, los estudios sistemáticos de la calidad nutricional de alimentos orgánicos no arrojan diferencias comparadas con alimentos convencionales.

Estos estudios están en acuerdo con los anteriores—los productos orgánicos no son más nutritivos ni sanos, pero sí más caros.
Y para rematar:
La agricultura orgánica sí usa pesticidas, pero solamente los “naturales”.  No hay evidencia de que estos pesticidas orgánicos sean menos dañinos para los consumidores o el medio ambiente.  Solamente se asume que así es gracias a la falacia naturalista.

Lo anterior, combinado con el hecho de que la mayor parte de la comida orgánica es producida por grandes compañías de la misma talla que Monsanto—y que buscan competir y desprestigiar a todo costo—es quizá la señal de ignorancia e hipocresía más grande del movimiento.

Conclusión


Como último recurso, los activistas antitransgénicos recurren a calumnias en contra de los investigadores y comunicadores involucrados.  Los científicos que están tratando de ayudar al público a entender el tema son acusados de estar vendidos y son sujetos a campañas de difamación y desinformación constante.  Esto es llevado a cabo por gente que lleva una vida cómoda y que no tiene que escoger entre comer o morir, sino simplemente entre comer bien o comer bien y pagar un poco más.  Estos activistas son ágiles para invocar a la ciencia cuando les conviene (digamos, en cuanto a cambio climático) pero incurren en el famoso doblepensar típico de las mentes con buenas intenciones, pero ultimadamente confundidas.

[ACTUALIZACIÓN 4 de Noviembre de 2015]: El doctor Kevin Folta ha anunciado que se retira indefinidamente de la divulgación científica, debido al hostigamiento por parte de los activistas anti-transgénicos.  Esto es sumamente lamentable; Folta era paciente, comprensivo, y siempre sincero.  Después de casi 20 años de abogar en pro de la ciencia y, sobre todo, en pro de la humanidad, el desgaste se acumuló al grado que considera que es mejor dedicarse a su investigación y sus alumnos.  Aquí el mensaje que dejó en redes sociales:

Folta

Hola a todos.  Seré breve.  Los ataques son incesantes, estoy bajo mucha presión en varios frentes.  Voy a tomar la oportunidad de desaparecer de la vista pública y enfocarme en mi laboratorio y mis estudiantes. Han sido tiempos retadores.  Aprecio su apoyo, estoy agradecido de sus deseos, pero esta batalla es despiadada y en un solo sentido, y creo que es lo mejor para mí dejar la conversación pública de la ciencia por el futuro previsible. Gracias.

Ejemplos de su bandeja de correo (cientos de estos cada día, además de redes sociales y eventos de divulgación) :

http://kfolta.blogspot.mx/2015/08/bringing-my-dead-mother-to-their.html

http://kfolta.blogspot.mx/2015/08/now-posting-in-craiglist.html


Enlaces útiles:
Dr. Kevin Folta, investigador y promotor de biotecnología:  http://kfolta.blogspot.mx/
Kavin Senapathy, comunicadora:  https://www.facebook.com/Ksenapathy?fref=ts





2015-09-29

Introducción a la filosofía de las mamadas

 
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¿Cómo comenzamos a hacer filosofía sobre un tema cualquiera? No quiero decir a pensar sobre el tema, o a hacer algunas preguntas ociosas, ni siquiera a educarse sobre el tema. Quiero decir filosofía. Esto es, usar el pensamiento correcto para llegar a la verdad de un asunto y tratar de entenderla. Lo primero que podemos hacer es revisar la literatura, pero hay temas para los que hay poco o nada por dónde empezar. Entonces, lo que debe hacer el filósofo (que puede ser cualquiera de nosotros) es comenzar por definir claramente sus términos. Pero resulta que esto no es tarea fácil más que en unos pocos casos, y mucha filosofía es básicamente el estudio de las definiciones de lo que quisiéramos estudiar. Aquí nos dedicaremos a un ejemplo de ello.

Alguna vez se ha preguntado, ¿qué queremos decir cuando decimos que algo “es una mamada”[1]? Por ejemplo, considere la diferencia entre los siguientes dos enunciados:

· Fulanita se la mamó a Sutanito.
· Fulanita es una mamona.

Está bien, esa fue fácil. Pongamos algo un nivel más arriba:

· Perenganito es un mamón.
· Perenganito dice puras mamadas.


¿Realmente son lo mismo? Esto es, ¿puede alguien ser un mamón sin necesariamente decir puras mamadas? ¿Empieza a ver cómo se complica el asunto? En algunos casos los múltiples significados que pudiera tener nuestra cuestión a estudiar pueden combinarse, resultando en construcciones interesantes, tales como:

· Eso del sexo oral son puras mamadas.
· Fulanito de veras que se la mamó.


¡La diversión es interminable! Pero volvamos a asuntos serios. Como buenos filósofos, podemos empezar por acotar nuestra búsqueda y descartar los casos más elementales para enfocarnos en los más merecedores de nuestra atención. De estos, podemos simplificar aún más y tomar solamente uno a la vez, con la idea de no abrumarnos ni confundirnos. Por lo tanto, descartaremos por ahora el asunto de la felación (no por aburrido, sino por fácil de entender y, sobre todo, de imaginar) y nos enfocaremos en qué significa la instancia figurativa del verbo mamar.

Como punto de partida recurrí, tal vez ingenuamente, a buscar la expresión en algún lugar obvio. Me encontré con esto en www.wordreference.com:

mamado,da:
1. adj. col. Borracho, bebido.
2. f. Acción de mamar.
3. Cantidad de leche que se mama de una vez.
4. vulg. Felación, succión del órgano sexual masculino.
5. amer. vulg. Borrachera, curda.


Nada interesante por aquí, aparte de la variedad del término según la latitud de Latinoamérica que se tome en cuenta. Pero además el sitio tiene un enlace a la definición de la RAE:

mamado, da.
(Del part. de mamar).
1. adj. vulg. Ebrio, borracho.
2. adj. coloq. Col. Fatigado por un esfuerzo físico o intelectual intenso.
3. f. Cantidad de leche que mama la criatura cada vez que se pone al pecho.
4. f. coloq. Acción de mamar.
5. f. vulg. Arg., Bol., Nic., Par. y Ur. borrachera (efecto de emborracharse).
6. f. Méx. despropósito.

¡Así que sí hay algo más! Pero “despropósito” difícilmente es lo que nos evocan las frases en los ejemplos anteriores. El siguiente paso que di fue considerar una traducción aproximada del concepto en otro idioma. Lo mejor que se me ocurrió fue el inglés bullshit (lo siento, no sé muchos idiomas), que queda bien con varios de los casos que vimos anteriormente. Imagine mi sorpresa cuando escudriñé la literatura y me topé con que había un filósofo profesional que ya había dedicado un ensayo erudito a esa cuestión: me refiero a On Bullshit, de Harry Frankfut (2005).

El resto de nuestro tiempo lo dedicaremos a explorar el sentido en el que bullshit y mamadas son más parecidos. Para esto, daremos un vistazo a manera de reseña de lo que trata Frankfurt en su ensayo. Los otros sentidos y sus combinaciones se dejan como ejercicio al lector.
El propósito explícito del autor en su tratado es (mi traducción):
No tenemos un entendimiento claro de qué son las mamadas, por qué hay tantas de ellas o cuáles son sus funciones… Mi propósito es simplemente dar una idea burda de qué es una mamada y qué no lo es (…) [quiero] articular la estructura del concepto.
Después de su propia búsqueda en literatura de referencia básica, Frankfurt llega al concepto antiguo de humbug, que pudiéramos traducir burdamente como “patrañas”. La fuente que cita define las patrañas del siguiente modo:
Distorsión engañosa, que se queda corta de la mentira, especialmente por obra o palabra pretenciosa, de los pensamientos, sentimientos o actitudes de uno.
Distorsión engañosa: esto puede sonar redundante, pero la palabra engaño es indicadora de un conocimiento de la verdad o, al menos, de que lo que se comunica no es cierto. Esto implica que el que dice patrañas lo hace deliberadamente.

Se queda corta de la mentira: esto es sumamente interesante. Pareciera haber una clase de espectro a lo largo del cual las mamadas se encuentran poco antes de las mentiras. Por ejemplo, cuando un político da su informe de actividades siempre menciona una larga serie de hitos y números: se construyeron tantos kilómetros de carreteras, se pusieron tantos pisos firmes en casas, se habilitaron no sé cuántas redes sanitarias, se capturaron a docenas de mafiosos, etcétera. Y sin embargo, los oyentes (al menos aquí en México) no podemos evitar pensar: eso son puras mamadas. Y es que no estamos dudando de la veracidad de lo que el político está diciendo, sino de su intención al decirlo, ya que intenta proyectar una imagen del país que es distinta de lo que todos entendemos que está pasando. Hay una distorsión deliberada, pero no es sobre los hechos que relata el funcionario.

Especialmente por obra o palabra pretenciosa: primero, hay que notar que las mamadas pueden ocurrir en forma de acciones y no solo palabras (piense en ciertas celebraciones de deportistas, por ejemplo). El calificativo “especialmente” nos indica que lo pretencioso no es una característica indispensable.

Distorsión… de los pensamientos, sentimientos o actitudes de uno: Esta observación de que el perpetrador de una mamada se distorsiona a sí mismo emana cuestiones vitales. El mamón, para ser realmente mamón, tiene que estar consciente de que está mamando. Entonces, volviendo al ejemplo anterior del político mexicano dando su informe, él (o ella) sabe que las cifras que está dando son mamadas. Pero da una representación falsa de esto al pronunciar su informe como si realmente creyera que no hay nada más qué decir aparte de lo que tiene en las hojas que está leyendo. Entonces, el mamón no solo está distorsionando la realidad, sino que está distorsionando lo que él mismo cree acerca de ella.

La coyuntura mexicana está repleta de situaciones que cumplen con los casos anteriores. Pensemos por un momento en el despido de la periodista Carmen Aristegui por parte de la emisora de radio MVS. Supuestamente, la “terminación de la relación laboral” (una frase mamona ejemplar) que citan los directivos de MVS se dio por un abuso de la marca y nombre de MVS por parte de Aristegui un par de semanas antes. El uso de argumentos legaloides por parte MVS es un mero pretexto que ni siquiera ellos creen, y todo mundo lo sabe. La terminación de Aristegui se dio por una serie de reportajes que pegaron duro al gobierno federal y al partido de éste en los últimos años, y todo mundo lo sabe. Recurrir a argumentos legaloides sobre derechos de autor es, entonces, una representación falsa de lo que realmente ocurrió y, aunque pudieran ser técnicamente correctos (no lo son, por cierto) son claramente puras mamadas.

Pero sigamos adelante. Frankfurt no queda satisfecho con lo anterior, aunque lo considera un paso en la dirección correcta. Comenta que inclusive los objetos pueden ser mamadas. Los instrumentos hechos descuidadamente, desde un bolígrafo hasta un auto, pueden ser una mamada; más específicamente, él los describe simplemente como shit. Y también hay circunstancias en el hablar mexicano en que las mamadas y la mierda son intercambiables. Consideremos, por ejemplo:

· Este coche es una mamada.
· Este coche es una mierda.


¿Hay realmente mucha diferencia entre las dos? Y es que la mierda es algo que no es diseñado ni construido. Pudiera tener una forma más o menos definida (o a veces no) pero definitivamente no es elaborada. Pero, dice Frankfurt, hay casos en los que las mamadas son ciertamente diseñadas, hasta el punto de involucrar cierto esmero (alguien tiene que escribir los discursos de los políticos, después de todo). Mientras tanto, la mierda es meramente excretada. Cito:
Los ámbitos de la publicidad y de las relaciones públicas, y del hoy en día muy cercano ámbito de la política, están repletas con instancias de mamadas tan absolutas que pueden servir como los paradigmas más indisputables y clásicos del concepto. Y en estos ámbitos hay artesanos exquisitamente sofisticados que, con la ayuda de las avanzadas y exigentes técnicas de estudios de mercado, de sondeos públicos, de pruebas psicológicas y más, se dedican incansablemente a emitir cada palabra e imagen que producen exactamente bien.
Pero hay algo más qué decir sobre este punto: por más estudioso y concienzudo que sea el proceder engañoso del mamón, detrás de todo ello hay un objetivo. Se está tratando de salir con la suya. Después de una ilustradora anécdota sobre Wittgenstein (maestro absoluto de la filosofía del lenguaje y de identificar cuándo se usa solo para mamar), Frankfurt llega a la que es quizá la característica principal del mamón, que por fin hace cuadrar el concepto intuitivo con el filosófico: no es solamente un distanciamiento de la representación fiel de la verdad lo que caracteriza al mamón, sino el hecho de que ni siquiera está intentando. El mentiroso, al menos, sabe cuál es la verdad y al tratar deliberadamente de encubrirla le rinde cierto reconocimiento. No es así para el que emite mamadas, pues son emitidas meramente por mamar; si coinciden o no con la realidad es un asunto meramente secundario.
…para inventar una mentira efectiva, se debe diseñar la falsedad bajo la guía de la verdad. Por otro lado, una persona que solamente está mamando tiene mucha más libertad. Su enfoque es panorámico en vez de particular.
Volviendo un momento al término bullshit y a su relación con el simple shit, Frankfurt reflexiona de la siguiente manera:
El excremento puede ser considerado como el cadáver del nutriente, lo que queda cuando los elementos vitales del alimento han sido agotados. En este sentido, el excremento es una representación de la muerte que nosotros mismos producimos y que, ciertamente, no podemos evitar producir en el proceso de mantener nuestras vidas. Quizá sea por este hacer de muerte tan íntimo que la mierda nos parece tan repulsiva. En cualquier caso, no puede servir a los propósitos de la manutención, igual que las mamadas no sirven a los de la comunicación. […]La esencia de las mamadas no es que sean falsas, sino que son artificiales.
Ya para concluir, notamos que el mamón no rechaza la autoridad de la verdad para oponerse a ella, como lo hace el mentiroso. El mamón ignora la verdad por completo. Es por virtud de esto que es un mayor enemigo de la verdad que el mentiroso. Además, las mamadas son inevitables siempre que las circunstancias requieran que alguien hable de algo sobre lo que no sabe (recordemos el ejemplo de los políticos, o quizá de ciertas estrellas de la farándula o el deporte).

Como vimos al inicio, el concepto de mamada es muy amplio y flexible. Sin embargo, puede sacársele jugo filosófico con tan solo discurrir sobre qué es lo que queremos decir cuando sentenciamos: eso es una mamada. Puede ser el marcaje de un árbitro en un deporte, o el discurso y actuar de un político, o la trama de una película. Las mamadas están por todos lados. Haríamos bien en entenderlas mejor.


Más:

Ensayo original de Harry Frankfurt :
 
http://www.stoa.org.uk/topics/bullshit/pdf/on-bullshit.pdf

Proceso sobre el caso Aristegui-MVS:
http://hemeroteca.proceso.com.mx/?page_id=398512
http://hemeroteca.proceso.com.mx/?page_id=399116




[1] La discusión será familiar para nativos de México pero, si usted es de otro país de habla hispana, y si sobre todo si conoce bien el idioma inglés, pronto aprenderá a qué nos referimos precisamente.

Actualización 1 de junio de 2016: el mismísimo Frankfurt en video: