2017-11-26

Misántropo Esquizoide





He evitado a cuantas personas he podido desde mi infancia. Recuerdo a mi madre y mi abuela, todavía cuando vivíamos en el Distrito Federal—perdón, Ciudad de México—presentándome a una hermana de una prima de no se quién que me quería conocer, y que mi respuesta fue sentir miedo y preguntar para qué quería conocerme. Debí tener unos cuatro o cinco años y estábamos en alguna fiesta, tal vez una posada navideña. Había piñatas, dulces, música, muchas personas y muchos otros niños.  No recuerdo si conocí a la persona a fin de cuentas. No quería conocer a nadie. Sólo quería irme a mi casa.

En algún momento me ofrecieron pegar a la piñata y sentí pánico de pasar frente a todos; había estado mirando con miedo de que me fueran a dar un palazo. No recuerdo si lloré o solamente me abracé de la pierna de mi madre y sacudí la cabeza, pero a fin de cuentas me salvé de pasar. Traté de evitar la atención de la gente y, como resultado, todos me estaban mirando de todos modos, el niño que no quería pegarle a la piñata. Mi madre me dijo que ella podía ir a recoger dulces por mí cuando la rompieran, y que me podía quedar a ver solamente. No recuerdo qué contesté, pero sí recuerdo que si no había llorado antes, en ese punto ya lo estaba haciendo y quería esconderme en algún lado inmediatamente. Ahora que lo pienso no parece gran cosa desde fuera ver a un niño tímido que no quiere pasar al frente, 'pobrecito, ya se le pasará'. Pero en aquel entonces me sentía desnudo en el patíbulo de la plaza pública.

Probablemente mis padres notaron que sufría en eventos muy concurridos, porque poco a poco me fueron evitando el sufrimiento de tener que ir, ya fuera dejándome en casa de algún familiar que me cuidara a mí y a mi hermana menor, o permitiéndome quedarme solo en casa cuando incluso ella quería salir. Después de mudarnos a Guadalajara cuando tenía 5 años y dejar atrás a toda la familia extendida, fue menos necesario hacer arreglos para que me pudiera quedar en casa. Pero, para mi desgracia, al poco tiempo de llegar a la nueva ciudad mis padres hicieron amigos y a veces llegaban de visita. Entonces adopté la estrategia de hacerme el dormido cada vez que hubiera visitas, lo que seguramente no engañó a nadie muchas veces pero daba el resultado efectivo de que mis papás preferían no arriesgarse a parecer tiranos interrumpiendo el sueño de un inocente niño. Después de un tiempo ni siquiera fue necesario hacerme el dormido. Solamente me quedaba en mi cuarto en silencio y era entendido que no iba a bajar a saludar a nadie.


*   *   *

Pero esa no era una opción disponible en el colegio. El pinche colegio. Cruel, cabrón y obligatorio.
Olvidamos que no hay nada sagrado en el aprendizaje en salones y grupos grandes, y que organizamos a los estudiantes de este modo porque es lo más eficiente en costo, ¿y qué más se supone que haríamos con nuestros hijos cuando los adultos están en el trabajo? Si tu hijo prefiere el trabajo autónomo y socializar uno a uno, no tiene nada de malo; solo no encaja con el modelo predominante. El propósito de la escuela debería ser preparar a los niños para el resto de su vida, pero muchas veces los niños acaban necesitando prepararse para sobrevivir a la escuela misma.

—Susan Cain en Quiet.
Rodeado de gente pendeja, abusiva, insoportable, o combinaciones de las anteriores a la vez, fue en la escuela donde la timidez y ansiedad forjaron mi franca misantropía. ¿Sabe qué es peor que ser terrorizado por otros niños? Ser exasperado por ellos. Para mí la muerte era tener que soportar las lecturas compartidas en las que la maestra pedía a cada niño leer un párrafo de algún texto. Las manecillas del segundero del reloj en la pared se paralizaban mientras el pinche Richard (de veras, así se llamaba el güey) no podía pronunciar una sola palabra de dos sílabas o más sin trabarse, volver al principio, pronunciar perfectamente una palabra que no era la que estaba en la hoja, ser corregido por la maestra, y repetir el proceso con la siguiente palabra. La maestra le preguntaba qué quería decir lo que acababa de leer y obtenía como respuesta solamente una mirada en blanco porque, si de por sí pronunciar era una labor cognitiva demasiado intensa para Richard, comprender era francamente imposible. Luego la profe hacía la pregunta a los demás y obtenía lo mismo, obviamente, porque los demás hacía mucho que ya habían recurrido a dibujar en su cuaderno o pasarse papelitos o, como yo, a soñar despiertos con que un mundo mejor debía existir en algún lado. Y entonces era el turno del niño siguiente y así, hasta completar el tiempo de clase.

Los recreos no eran mucho mejores. De hecho, estoy seguro que eran peores. Uno escapaba de lo inane para caer en lo pavoroso. Tenía miedo constante de que otros niños me fueran a quitar mis cosas, que me humillaran, que me jugaran bromas pesadas o me golpearan. Vi cómo esto pasaba a otros niños, en particular los más callados o aplicados en la escuela, y todo el tiempo miraba sobre mi hombro. Creo que mis temores solo se vieron justificados en una o dos ocasiones cuando mucho, y ni siquiera recuerdo qué fue lo que me pasó, pero siempre tuve miedo. Durante la primaria no fui un buen alumno, meramente cumplía y ya. No llamaba la atención aparte de que no llamaba la atención. Recuerdo que tenía solamente un amigo, Humberto, que entonces era bajito y gordito y la pasó muy mal. Yo era muy delgado y poco a poco crecía más que los demás, pero en general pasé desapercibido. Aún así, el temor de ser detectado como víctima potencial permaneció y cada vez que llegaba a casa de la escuela sin ningún incidente suspiraba de alivio. A la inevitable pregunta de mi papá de cómo me iba en la escuela, siempre contestaba 'bien' y eso era todo.

En un principio me refugié en el deporte y llevaba mi balón de basquet para tirar en los recreos. Lamentablemente para mí, el basquet es un deporte de equipo y otros niños se acercaban a jugar conmigo y, como eran muchos y generalmente más grandes, pues jugaba, aunque quisiera decirles que no. Poco a poco fui yo el que creció más, mejoró en el basquet y luego empezó a ir al gimnasio, aunque para entonces los otros niños ya estaban interesados en otras cosas (las niñas) y por fin pude quedar solo. Para la secundaria ya era el único con un balón tirando durante el recreo, a veces compartiendo la cancha con los de la escolta que ensayaban a esa hora. Dado que tenía toda la tarde para jugar basquet y más, opté por dejar el balón en casa y dedicar mis recreos a refugiarme en la biblioteca, y frecuentemente terminaba mi tarea minutos después de que me fuera asignada. Ésta comúnmente era solicitada después por otros alumnos porque, decían, estaba muy difícil o no habían tenido tiempo de hacerla. Y si no se las pasaba, pues era 'mala onda', ¿y quién quería ser mala onda? Pues yo, naturalmente.

Y es que hacer las cosas como se deben y seguir las reglas es suficiente para hacerlo a uno mala onda ante los demás, o amargado, o como sea que se le diga. Si había que leer algo pues yo lo hacía y, si al día siguiente el profesor preguntaba quién había leído, yo levantaba la mano sin entusiasmo, pero con seguridad. Si los demás no habían hecho la tarea de cálculo por haber estado toda la tarde y noche chateando, y si la maestra preguntaba cómo nos había ido con las derivadas que nos había dejado, yo decía que bien, que habían estado fáciles y que me había tardado 15 minutos, porque así había sido y pues ella preguntó. A la hora de los exámenes nos daban hora y media, pero yo entregaba todo a los 20 minutos. Cuando el profe me preguntaba si estaba seguro y si había revisado mi trabajo, yo le decía que ya lo había hecho y estaba todo bien. En la preparatoria ya sacaba 9 y 10 en todo sin mayor esfuerzo.

Aprendí a quedarme callado cuando era momento de trabajar en equipo. Si había que hacer algo en conjunto con otros alumnos, yo no decía nada hasta que quedara solo y pues ni modo, qué lástima, lo acababa haciendo solo. Muchas veces mis maestros no se enteraban que estaba por mi cuenta hasta el momento de entregar el trabajo o pasar al frente a exponer. Me preguntaban por qué estaba solo si habían dicho que el trabajo era en equipos de tres o lo que fuera, a lo que yo contestaba que así trabajaba mejor, que los otros dos o tres solamente hacían mi trabajo más lento, que se hacían pendejos de todos modos y que mi trabajo individual era igual o mejor al trabajo grupal de los demás. Y me tenían que dejar en paz, porque era cierto.

Recuerdo una materia de historia en la preparatoria en la que la profesora nos asignó a grupos de tres por dedazo para exponer un tema. Me tocó con dos compañeros ineptos, para variar. El tema era la Revolución Rusa. Convenientemente había leído el ladrillo A People's Tragedy de Orlando Figes el verano anterior (porque para eso es el verano, naturalmente), así que mi parte ya estaba resuelta. Entonces hice lo mejor para todos: hablé con los compañeros y les dije 'no se preocupen, déjenme hablar a mí, nomás dicen que ustedes hicieron la investigación y que me la dieron a mí para que la presentara en 40 minutos'. "Sacamos" diez.

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Creo que mi misantropía esquizoide llegó a su ápice en un par de incidentes al inicio de la preparatoria, cuando mis compañeras de año celebraban sus sendas fiestas de 15 años. Fui invitado a una y, sin saber en lo que me estaba metiendo, acepté. La invitación decía que todo comenzaba a las 8:00 p.m. y a esa hora llegué. No había nadie más que la cumpleañera (que ni siquiera estaba lista), su familia, y unos pocos meseros (nadie es puntual para estas cosas en México, lo usual es poner una hora y dar por entendido que es conveniente llegar hora y media después, al menos).

Después de pasar una hora más o menos tomando refresco y comiendo cacahuates solo, los demás compañeros empezaron a llegar a cuentagotas. No recuerdo exactamente cuándo comenzó la música, pero inmediatamente me paralicé y me sentí como a los cuatro años, aterrado. Igual que como habían llegado, poco a poco los compañeros se levantaron para ir a la pista de baile y me volví a quedar solo con mis cacahuates. Un par de veces una compañera trató de rescatarme y me invitó a bailar, lo cual solo me produjo más desesperación, y luego me dijo que bueno, que no bailara con ella, pero que seguro debía bailar con Fulanita que por ahí andaba. En cuanto tuve la oportunidad hice como que iba al baño y, sin decir nada a nadie, salí a la calle a esperar a que pasaran por mí (no sabía manejar todavía, y no había celulares en aquel tiempo). Me senté a esperar en una jardinera, escondido en la oscuridad, y un par de horas después llegó mi mamá a la hora acordada. ¿Todo bien? Sí, todo bien.

El segundo incidente fue el complemento del primero. Habían pasado ya varias fiestas similares a las que había sido invitado y simplemente no acudí. Ni siquiera le comunicaba las invitaciones a mis papás. Guardaba los boletos, fingía demencia hasta que llegara la fecha y simplemente no iba. Poco a poco las invitaciones empezaron a escasear y el ciclo de fiestas de 15 a terminarse, y yo sentía alivio. Pero hubo una compañera de las más populares que, un día temprano cuando entramos al salón, nos invitó a todos y repartió boletos para su fiesta. Cuando recibí el mío ni siquiera lo miré y tardé menos de medio segundo en voltearme con el compañero de al lado y, sin disimulo alguno, le dije 'Toma, lleva a un amigo'. No supe si la muchacha se dio cuenta, y a esas alturas era claro que me invitaba solo por compromiso y educación, pero deduje por las risas y miradas de los demás que no fue socialmente aceptable hacer eso. Pero no me importó. Al confirmar mi inasistencia a una fiesta más, solo sentí alivio.

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Nadie escoge ser como es. La gente cree que uno se despierta una mañana y piensa: ¿Saben qué sería buena idea? Pelear con todos, odiar a todos, sentirme aburrido por todos, ser excluido por todos. Tener como refugio solo mi propia mente, que al cabo la puedo llevar conmigo a todos lados, y abandonar este mundo a conveniencia con los ojos fijos en la nada. Sentir ansiedad cada vez que alguien me jala de regreso al mundo y me pregunta qué estaba pensando. Tener miedo constante de ser lastimado y de estar aburrido. Desesperación constante por la ineptitud, la impuntualidad, el desperdicio del tiempo de uno. Urgencia, porque la vida es corta y la maldita cajera del Oxxo está haciendo corte de caja con diez personas en una fila y la otra caja atendiendo a un idiota que va a pagar diez recibos y hacer dos depósitos. Rascarme la cabeza, morderme las uñas, tamborilear los dedos índice y medio contra el pulgar hasta deshacer la piel. Dar vueltas en la cama. Apretar los dientes todo el día durante años hasta deformarme el maxilar inferior y necesitar un guarda bucal para dormir. Hablarle golpeado a la gente, especialmente a la que más me quiere. Considerar una invitación a bailar como un crimen de lesa humanidad. Hacer chistes que nadie entiende y ser víctima de chistes que yo no entiendo. Tener que ir a terapia para aprender a saludar a la gente. Tomar antidepresivos y sedantes y antipsicóticos para poder siquiera estar en condiciones de saludar a la gente. Sí, claro que eso es lo que quiero hacer con mi vida. Suena fabuloso.

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Las cosas mejoraron después del colegio. En la ingeniería pude conocer gente nueva y la mayoría era mucho más agradable que la del colegio. Después de eso hice la transición hacia la educación pública para estudiar música y eventualmente física, y me encontré con que el más desagradable probablemente era yo. Fui a dar al desarrollo de software un tiempo y ahí también me di cuenta que era uno de muchos bichos raros de la sociedad. Aún así, prefería pasar el tiempo dedicado a mis estudios y mis libros. La mayoría de la gente pasó de ser irritante a meramente aburrida y las cosas mejoraron. Hasta pude tener una que otra novia y una inclusive se casó conmigo. Viendo solo los metadatos de mi vida, creo que mucha gente estaría dispuesta a cambiar lugares conmigo. Frecuentemente escuchamos historias de cómo los niños y niñas más introvertidos crecen y acaban siendo no solamente exitosos, sino prácticamente dueños e inventores de todo. Esto se considera como una especie de transformación milagrosa, cuando simplemente es reflejo de que a medida que uno crece es más fácil escoger su entorno y compañía.

Después de la primer vez que mi psiquiatra me mencionó la frase 'personalidad esquizoide' llegué a casa a investigar en Internet, aunque ella me había recomendado en particular un libro que ya no recuerdo. Al parecer la literatura sobre la gente como yo es escasa, porque generalmente preferimos no llamar la atención y muchos aprenden a 'actuar' como gente bien adaptada a la sociedad. Lo que sí encontré fueron listas de síntomas y me parecieron como que no encajaban conmigo inicialmente. Debía cumplir con al menos cuatro para ser considerado de personalidad esquizoide, pero cumplía con solo dos según mis cuentas. Le mostré las listas a mi esposa y me dijo 'uy, pues yo te cuento como siete.' Chale. Y es que esos síntomas son lo que se percibe desde fuera, no lo que uno oye en su monólogo interno. Por ejemplo, una de las señales es una aparente indiferencia a la crítica o la alabanza de parte de otras personas hacia uno, pero yo siento que reacciono profundamente y me agovio por cualquier comentario. Desde fuera, sin embargo, apenas muestro reacción. Si me dicen que me veo bien o que me muera yo digo 'ah, ok' por igual.

Como en el colegio, todavía siento irritación y aburrimiento con la mayoría de la gente, y me cuesta trabajo pasar tiempo o compartir espacio con gente tonta. Igual que con Richard en el colegio, que no podía pronunciar las palabras simples que tenía enfrente y que yo podía ver, me desespero cuando la gente no puede juntar las ideas simples que tiene enfrente. Dicen tres palabras y ya sé todo lo que van a decir después, pero son incapaces de decirlo competentemente y me exaspero. A todos les pasa, por más inteligentes que sean, que se atoran de vez en cuando en expresar una idea relativamente simple. No es eso a lo que me refiero: me refiero a que pierdo la paciencia con las mentes simples, que es muy distinto. Esto es algo instintivo y no lo puedo controlar. Quizá la mejor analogía que puedo hacer es con el desprecio que uno le tiene al reggaetón o la música de banda una vez que sabe que existe el rock y la música clásica o, en algunos casos, aún si saberlo.

No hay cura para la gente como yo, y ni siquiera hay consenso de que debamos ser curados. El enfoque preferido es el método adaptativo, que consiste en conceder que no voy a 'encajar' haga lo que haga y no vale la pena hacerlo. Es preferible saber cómo relacionarse con la gente y no necesitarlo, que necesitarlo y no saberlo, así que una cierta cantidad de entrenamiento en terapia es recomendable. Los medicamentos no son obligatorios pero casi siempre recomendables, y los he usado para lubricar la interacción de mi mente con la de los demás y con el mundo real. Pero en general, si una persona me molesta, pues la evito y ya. Sí, pueden resultar heridas, pero lo que ellas sufren por mi rechazo es insignificante comparado con lo que sufro yo por tener que aguantarlos. Si yo fuera así de molesto para alguien, le comprendería que me hiciera a un lado también. Es solo cuestión de autocompasión. Pedirme que me esfuerce por alivianarme o convivir es como pedirle a un paciente con Alzheimer que se esfuerce por recordar. Pero a diferencia de alguien con Alzheimer, yo no desarrollé lo que sea que tengo. Así soy.
Melvin Udall, interpretado por Jack Nicholson en Mejor, Imposible (As Good as it Gets). El personaje es una exageración, pero no por mucho. Si hablara menos sería prácticamente como yo.



Para una visión 'pop' de la introversión ligera, pueden ver el sitio de Susan Cain, Quiet Revolution. Inicialmente este artículo comenzó como una reseña de su libro pero lo encontré, irónicamente, sumamente superficial. Está bien escrito y muy bien investigado, pero a pesar de eso no menciona al autismo, esquizoidismo, misantropía, Apsergers ni nada remotamente interesante en casi 400 páginas y más de 70 referencias. Es un buen libro si no te interesa saber mucho de la introversión hardcore y te gustan los equivalentes literarios de luz y sonido, pero para mí fue una oportunidad desperdiciada por parte de Cain.

Hablando de introversión hardcore, los detalles los pueden encontrar, en una versión algo burda, en el fascinante (y aveces perturbador) sitio esquizoide.net, de parte del psicólogo y esquizoide extremo Mikel Martínez. En cierto modo este ensayo es un breve punto medio entre la introversión light de Cain y la supercargada de Martinez. (Actualización 2019: parece que ha desaparecido el sitio de Martínez, pero se puede encontrar una versión archivada aquí.)

2017-08-29

¿Qué queda de la Izquierda?

Reseña de What's Left? de Nick Cohen
Londres, 2003
Crecí en países sin democracia, así que no me puedo dar el mismo lujo que tú. Tú creciste en libertad, y puedes escupirle a la libertad porque no sabes lo que es no tenerla.

Ayaan Hirsi Ali
No hay que subestimar las ventajas que tiene la ausencia de una agenda política de principios para los liberales e izquierdistas. Su filosofía—o falta de ella—se acomoda al consumismo moderno. No hace falta comprometerla a una visión social ni ponerla a prueba en elecciones. No es necesario tener camaradas qué defender cuando las cosas se pongan difíciles. Igual que en un centro comercial, no hay lealtades ni deberes y uno puede entrar a la tienda que se le antoje. Todo lo que uno tiene que hacer es estar en contra de su gobierno occidental local y sobre todo estar en contra de Estados Unidos. Como el gobierno de uno será tonto e injusto a veces, y como EU naturalmente atrae sospecha y resentimiento porque es la única superpotencia del mundo, y también puede actuar tonta e injustamente a veces, estos no son estándares altos para un consumidor de política.

—Nick Cohen, en What's Left
En 2006 apareció en la web un breve documento delineando la visión de lo que debería ser la Izquierda política, según una lista de académicos, reporteros y analistas políticos que se identificaban de algún modo con ella. El Manifesto de Euston, como fue bautizado, es una destilación de lo que Nick Cohen y otros izquierdistas consideraban incontrovertible y necesario creer (también está en español si así lo prefieren). Yo mismo lo leo y lo encuentro básicamente intachable—si esa es la Izquierda, pues que me digan dónde firmar y a qué número de cuenta depositar. Curiosamente, al mismo tiempo que estaba ayudando a editar y firmar ese documento, Cohen le explicó a los autores que no creía que éste fuera a ser tomado en serio sino lo contrario y, de hecho, estaba a punto de publicar un libro con las razones por las que esa noble visión de la Izquierda había fracasado e iba a seguir fracasando. Ese libro fue What's Left? y, diez años después, me atrevo a decir que su pesimismo inclusive se ha quedado corto. El mismo Cohen también ve que la situación va de mal en peor. La gente como yo permanece políticamente huérfana, con la sensación de ser los únicos sobrios en un auto manejado por ebrios que no se hacen a un lado. What's Left? es un diagnóstico y explicación de cómo y con qué se emborracharon esos conductores y los caminos que debieron haber tomado.

Una nota sobre terminología: en este artículo adoptaré la convención que usa Cohen de usar el término 'liberal' con la connotación americana, es decir, lo opuesto de 'conservador' o 'tradicionalista' y por lo tanto en la izquierda política, así con minúscula. En Europa el 'liberalismo' se refiere más bien a la defensa de libertades individuales que se originó en la Ilustración, con énfasis en que el individuo debe ser libre de su gobierno, y es considerada una posición centrista, apolítica o, en ciertos contextos, inclusive de derecha.
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Cuando digo que 'la situación' va de mal en peor, ¿a qué me refiero? El asunto es que cuanto más a la izquierda del espectro político se encuentre alguien, más tiende a creer algo como lo siguiente. Primero, las masas han rechazado a la Izquierda debido al lavado de coco que las grandes corporaciones mediáticas les han aplicado para que acepten la globalización y, aún peor, el neoliberalismo (la 'manufactura del consenso', según Chomsky). La democracia es realmente una estafa, todos los partidos políticos son iguales y los derechos humanos son arbitrarios. Lo que los tontos llaman libertad o democracia es en realidad una cortina de humo para esconder las maquinaciones de los verdaderos amos de este mundo, que quieren ante todo vender petróleo y Coca-Cola. El fascismo es el peor enemigo de la humanidad siempre y cuando los fascistas sean blancos; de lo contrario, es meramente una respuesta comprensible al imperialismo del poder hegemónico de Occidente, personificado ante todo por Estados Unidos e Israel. Solamente hay dos virtudes: ser víctima de Occidente y odiar a Occidente en nombre de sus víctimas. Las víctimas de Stalin, Hussein, Putin, Mao, Castro, Mugabe y Assad no cuentan, porque realmente ellos luchan por la libertad y la verdadera democracia. Cuanto más embrollado e incomprensible sea el razonamiento para llegar a estas creencias, mejor. Lo único que debe decirse claramente es que todo es culpa de los Masones y, por supuesto, los Judíos.

Pero vamos por partes.
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En el camino a la utopía se pueden lograr muchas cosas buenas, aún si el destino final es inalcanzable. Así, el mundo occidental es, hoy en día, un mundo en el que los valores liberales han triunfado o al menos se reconocen como ideales a alcanzar. Las mujeres tienen el voto y cada vez más autonomía sobre sus cuerpos y sus carreras. Las jornadas laborales son limitadas en cantidad y duración y, si tenemos suerte, pronto las máquinas harán todo el trabajo sucio y peligroso. La salud y educación públicas existen y, sean como sean sus deficiencias, son mejor que la nada que había antes en su lugar. Por otra parte, las minorías sexuales han ganado terreno que inclusive ellas mismas daban por utópico, como el matrimonio igualitario y la adopción. Las fuerzas retrógradas del cristianismo en todas sus variantes han sido reducidas a una versión homeopática de lo que alguna vez fueron, y los estragos que todavía causan son reconocidos como patadas de ahogado. El racismo sigue existiendo, pero en forma de esclavitud y colonialismo, nunca más. Los países desarrollados han logrado estándares de vida nunca antes vistos y el resto del mundo los alcanza poco a poco. No es perfecto, pero es cada vez mejor. Si se le hubiera dicho al socialista más radical de 1900 que estas cosas serían hechos mundanos en el mundo desarrollado un siglo después, quizá estaría dispuesto a reconocer que sería un mundo mejor.

Pero el pensamiento utópico, por definición, no está satisfecho con simples mejorías. Las democracias liberales siempre se quedarán cortas de una utopía socialista, así que siempre habrá algo más qué criticar. El problema para el marxismo fue que en lo económico y político fue sistemáticamente derrotado por la realidad y las evidentes mafufadas de su 'teoría'.  A medida que perdían la batalla intelectual, los 'teóricos' de esta disciplina comenzaron a diversificarse y así nació el Posmodernismo. Habiendo fracasado en llamar la atención de la clase obrera, el énfasis se movió hacia la clase media y de lo económico a lo cultural. La clase trabajadora que tanto habían adorado en tiempos anteriores los intelectuales se convirtió en la más odiada debido a sus actitudes sexistas, racistas y homofóbicas, por no decir nada de su ocasional patriotismo. La desigualdad económica pasó de moda a favor de las 'relaciones de poder', en las que la única virtud era ser una víctima.

Cuando la utopía socialista se alejó más hacia lo imposible y se acabaron las opciones para ser un hipster disidente serio, la estrategia constó en criticar a la democracia liberal, que era (es) vista como una forma de gobierno ilegítima y usurpadora, promotora del colonialismo y la represión en general. Cuando la oposición al liberalismo democrático provista por la Unión Soviética se esfumó cuando ésta cayó, lo más natural para los 'disidentes' fue adoptar la estrategia de 'el enemigo de mi enemigo es mi amigo' y se aliaron con otros regímenes y movimientos anti-liberales y anti-democráticos. Lo más importante, ante todo, era no sucumbir ante la hegemonía (neo)liberal. En palabras de Judith Butler, 'teórica' suprema de esta forma de 'pensar':
El movimiento desde un recuento estructuralista en el que el capital es entendido como la estructura de las relaciones sociales en formas relativamente homólogas hacia una visión de la hegemonía en la que las relaciones de poder son sujetas a repetición, convergencia y rearticulación, trajo en cuestión de temporalidad hacia el pensamiento de la estructura, y marcó un desplazamiento de una forma de teoría Althussiana que toma totalidades estructurales como objetos teóricos, a una en la que las pericias de la posibilidad contingente de la estructura inauguran una nueva concepción de la hegemonía como envuelta con los sitios contingentes y estrategias de la rearticulación del poder.

(citada por Cohen. Pueden ver ese y más ejemplos aquí.)
(Cuando piense que odia su trabajo, recuerde que hay gente que se dedica a traducir libros enteros de eso que acaba de leer.) Cuando se molestan en ser más claros, los posmodernistas dejan ver sus alianzas y prioridades más claramente. Por ejemplo, Michel Foucault, interrogado sobre el destino de las mujeres y los iraníes liberales (es decir, la Izquierda iraní) que quedarían subyugados por la Revolución Islámica de 1979, contestó que Irán "no se regía por el mismo régimen de la verdad que nosotros." Temo que la palabra 'verdad' no significa lo que Foucault cree que significa.
Foucault, culpable.
No todo es oscurantismo entre los intelectuales de la izquierda disidente. También cuentan con figuras que rechazan el posmodernismo y hablan con claridad y elocuencia, pero efectivamente llegan a las mismas conclusiones. En abril de mayo pasado, Bashar al-Assad le restregó en la cara al mundo que podía usar armas químicas contra su propia población y los medios de izquierda occidentales hicieron el trabajo sucio propagandístico por él. Más que eso, las cadenas de propaganda siempre pudieron contar con los 'intelectuales' de izquierda como Noam Chomsky para culpar a los propios sirios, que aparentemente se habían bombardeado solos para manchar el buen nombre de un 'presidente' que lleva en el poder desde 2000, en un país donde es el único candidato del único partido, y donde antes de él su padre hizo lo propio desde que tomó el poder por la fuerza en 1970. Democráticamente electos, mis huevos. Pero para Chomsky esos son detalles menores que desvían la atención del verdadero problema, que es alguna de varias teorías de conspiración que lleva literalmente décadas promoviendo.

A principios de los 90, cuando emergieron las imágenes del campo de concentración en Trnopolje y el mundo comprendió la magnitud de lo que pasaba en la desintegración de Yugoslavia, Chomsky se dedicó a promover la conspiración de que las imágenes eran un montaje, porque los prisioneros estaban, según él, del lado equivocado del alambre de púas(!). Los reporteros occidentales habían 'manufacturado el consenso' de que había campos de concentración en Serbia cuando, en realidad, decía Chomsky, solo eran Bosnios naturalmente delgados casualmente posando junto a un alambre de púas en un campo de refugiados, no de prisioneros. Mamando no estoy.

'Refugiados', según Chomsky.
Se pone peor la cosa. El caso más documentado de esta conducta por parte de Chomsky fue después de la masacre en Srebrenica durante la Guerra de los Balcanes (que finalmente terminó gracias a EU, y donde no había petróleo ni intereses estratégicos ni regionales ni nada). Chomsky argumentó primero que el asesinato de 8000 hombres y jóvenes musulmanes por parte de los fascistas serbios de Milósevic fue inventado por completo, luego que sí pasó pero eran combatientes, luego que la guerra era un asunto sucio y pues qué esperaban que pasara, y luego que sí había sucedido pero técnicamente no aplicaba el término 'genocidio' y... ¡miren allá, un imperialista!

No era la primera vez, y no estaba limitado meramente a comentar sobre conflictos donde EU estuviera activo. Por años después de la intervención y derrota de EU en Vietnam en los 60s y 70s, Chomsky siguió defendiendo al régimen comunista de Pol Pot en Cambodia, Vietnam y Laos, inclusive cuando exterminó a la quinta parte de su población. Junto con su colaborador, Edward Herman, dedicó las décadas de los 70s y 80s a difamar a reporteros de la región que lograron escapar con imágenes y datos del exterminio, por no decir con sus vidas. Cuando por fin concedió que las atrocidades habían sucedido, las describió como una reacción natural a la intervención imperialista de EU.

Cohen documenta cómo Chomsky siempre se puso del lado de fascistas y terroristas islámicos (que son fascistas también, solo que de otro color) cuando luchaban en intervenciones contra Estados Unidos. Al parecer el trauma de las bombas en Hiroshima y Nagasaki fue demasiado para el Noam Chomsky adolescente y nunca se recuperó. Chomsky pensaba que Japón estaba a punto de rendirse (falso) y que el uso de las bombas atómicas era inadmisible (cierto). Pero Chomsky, a pesar de su (aparente) erudición, nunca se detuvo a pensar en que el mundo es complicado y que simplemente odiar a tu país sobre todas las cosas no te da una visión coherente, sobre todo al encontrarte con cosas peores. En resumen,
[Chomsky] teme a las consecuencias psíquicas de admitir que hay cosas peores en el mundo que las que pudiera provocar la democracia occidental.

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¿Por qué [los liberales] no podían apoyar la democracia en Iraq, Siria, Irán y África del Norte—por no mencionar a China o Corea del Norte—junto con la retirada de las fuerzas y colonizadores israelíes? ¿Por qué ellos, al igual que los gobiernos occidentales en sus peores momentos, ignoran regímenes autoritarios y genocidas? Ningún izquierdista quisiera vivir en un país gobernado por al-Qaeda o la Hermandad Musulmana. Liberales, socialistas, mujeres, gays, librepensadores y cristianos no podrían prosperar en una Palestina Islámica, ni un Donde Sea Islámico. En vez de reflexionar sobre cómo sería la vida bajo la nueva extrema derecha, revivieron la vieja creencia racista de Izquierda de que lo intolerable para gente de piel blanca era aceptable para razas menores.
El 15 de febrero de 2003, un millón de personas marcharon en las calles de Londres para oponerse al derrocamiento de un régimen fascista. ¿Saben quiénes adoran el pacifismo? Los dictadores y genocidas, por supuesto. Saddam Hussein ordenó que su televisora estatal retransmitiera las protestas y que miles salieran dentro de su propio país a celebrar el consenso mundial de que El Gran Líder debía seguirlo siendo. Disidentes iraquíes refugiados en países occidentales no podían comprender lo que estaban viendo. Kanan Makiya, autor de Republic of Fear y activista pro-democrático iraquí, estaba devastado. Había pasado décadas de su vida documentando las atrocidades de Saddam Hussein y ahora todo su trabajo se estaba esfumando en una cacofonía contra el imperialismo y el petróleo.

En 2003, el régimen de Hussein era directamente responsable del exterminio de al menos 400 mil de sus propios ciudadanos, además de otro millón de iraníes durante la Guerra Iraquí-Iraní en los 80s. Kurdos, socialistas y todas las minorías políticas, étnicas y sexuales fueron brutalizadas durante décadas en el Iraq de Saddam con impunidad, y disidentes como Makiya eran asesinados y desaparecidos en sus países de exilio rutinariamente. La vida de los ciudadanos comunes consistía en constantemente mirar sobre su hombro y cuidar lo que decían. Padres eran obligados a aplaudir la ejecución de sus hijos por crímenes inventados (usualmente espionaje) y además recibían por correo una factura por las balas. Iraq violó prácticamente todas las normas internacionales en cuanto a armamento y derechos humanos múltiples veces, varias de las cuales justificaban intervención internacional. El momento ideal para remover a Hussein fue en 1990 cuando invadió Kuwait, pero se le permitió seguir bajo sanciones que causaron estragos en su población mas no en su régimen. Y ese día de febrero de 2003, entre 6 y 10 millones de personas alrededor del mundo salieron a protestar... a favor de Hussein.


Lo más temerario del libro de Cohen es lo mucho que usa la Guerra de Irak como un punto para criticar el comportamiento de la Izquierda. La abominable presidencia de Bush y Cheney, y la ineptitud con la que condujeron la guerra hasta 2006, cuando Cohen estaba escribiendo este libro, hacían que argumentar cualquier cosa a favor de la intervención fuera absolutamente tóxico. Aún así, Cohen le supo sacar mucho jugo y sus críticas permanecen válidas hasta hoy. Iraq era una oportunidad para la Izquierda de demostrar de lo que estaba hecha, y en general no paró de decepcionar (recuerden que, con todo y todo, Bush ganó una reelección en 2004). La Izquierda tenía dos opciones ante la inminente invasión de Iraq por EU y sus aliados:
La política de no abandonar a los iraquíes era tan claramente la única opción moral, que nunca se me ocurrió que pudiera haber otra opción. Sí me encontré con un liberal especialista en política externa muy eminente que me dijo que 'vamos a tener que olvidarnos de las víctimas de Saddam', pero pensé que no hablaba en serio. Desde el punto de vista liberal, el único terreno que tendrían que ceder si se apegaran a sus principios en Iraq hubiera sido un reconocimiento de que la guerra tenía cierto grado de legitimidad. Todavía hubieran podido decir que fue administrada catastróficamente, que era una provocación a al-Qaeda y todo el resto. Hubieran podido condenar las atrocidades de las tropas americanas, Guantánamo, y la defensa del uso de la tortura por parte de Bush. Quizá hubieran podido unir fuerzas con simpatizantes iraquíes, que querían apoyo internacional para resistir la insistencia americana de privatizar sus industrias, por ejemplo. Todo lo que tenían que hacer era aceptar que el intento de crear un Iraq mejor valía la pena y ellos podían hacer una contribución positiva.

Un precio pequeño por pagar. Un precio que sus principios liberales les obligarían a pagar. O eso parecía.

La segunda opción para los liberales era hacer lo equivocado por las razones correctas. Podían mirar a los civiles iraquíes y las tropas americanas y británicas muriendo en una guerra cuya premisa resultó ser falsa, y ponerse frenéticos; podían permitir que la ira justificada los llevara hacia 'atragantos de posicionamiento y ultra-radicalismo' como los liberales de los 60s habían hecho cuando ellos se descarrilaron. Como comentó un crítico, tendrían que hacer de cuenta que 'Estados Unidos era el problema e Iraq era problema de él'. Hubieran tenido que mantener que la guerra no era el intento de liberar a una región de la tiranía, sino el resultado sangriento de 'una manía financiera por lograr el control del petróleo de Medio Oriente, y la cruzada por apalear la Luna Creciente con la Cruz'.

Eligieron ponerse frenéticos.

*   *   *

Los posmodernistas y nihilistas de izquierda no son, por mucho, los que más odian a Occidente, pero son aliados de los que sí: los islamistas. Aprovechándose de las libertades civiles que no pueden tener en sus propios países, como la libertad de asociación y expresión, grupos como la Hermandad Musulmana han sabido aprovechar el masoquismo liberal para instalarse cómodamente en Europa. A diferencia de los posmodernistas, los islamistas odian las cosas buenas de Occidente. Ven a Occidente con resentimiento por sus logros tecnológicos y buena calidad de vida a pesar de lo que consideran su supuesta decadencia moral, fallando ver que uno es resultado de lo otro. Al mirar a sus propios países y encontrarse con las peores sociedades del mundo, donde nada crece y vivir bajo dictaduras es el mejor de los casos, se convencen de que debe haber una conspiración en su contra. Después de todo, se dicen, están siguiendo las instrucciones de Alá a la letra.

Si la política externa de Occidente, en particular hasta el fin del colonialismo tras la Segunda Guerra Mundial, fuera la responsable de estos resentimientos, ¿por qué no hay ataques terroristas contra civiles por parte de latinos o africanos? ¿Cuántos chilenos claman 'Allende' antes de volarse en medio de un autobús de niños gringos? ¿Cuántos mexicanos arrollan transeúntes reclamando que California es tierra que siempre les ha pertenecido? Las culturas alrededor del mundo no solamente son distintas—también son mejores o peores. Si el Occidente es una civilización tan represiva y decadente, ¿por qué toda la migración internacional es en su dirección?  Es un gran mérito a reconocerle a disidentes de Izquierda como Makiya que admitieran que sus países pudieran ser mejores, y que la libertad y modernidad no son solamente para los blancos. Pero el legado de relativismo dejado por el posmodernismo ha dejado a la clase intelectual de Occidente lobotomizada, incapaz de ayudarles. No entienden que la libertad que tanta sangre les tomó ganar ante el cristianismo y el nacionalismo y que anhelan tantos en el mundo musulmán ahora la están cediendo, sin pelea, a los fascistas más viles del mundo moderno.

Londres, 2013
Los mismos fascistas islámicos lo admiten, pero antes de que puedan terminar llega algún liberal a arrebatarles el micrófono y disculparse por los crímenes de sus tatarabuelos y conceder demandas que los islamistas ni siquiera han hecho. Ven el odio de los islamistas y los hacen representantes de la lucha de todo lo que ellos odian de Occidente. Los homosexuales ateos socialistas serían los primeros ejecutados bajo la ley islámica, pero pues alguien tiene que luchar contra el imperialismo, ¿no? 

Y en EU:
Solo una facción en la política estadounidense se ha visto capaz de hacer excusas a favor del fanatismo religioso que nos amenaza en el aquí y el ahora. Y esa facción, me duele y enfurece decir, es la Izquierda. Desde el primer día de la inmolación del World Trade Center, hasta el día de hoy, una galería de pseudointelectuales ha resuelto presentar la peor cara del Islam como la voz de los reprimidos. ¿Cómo soporta esta gente leer su propia propaganda? Asesinos suicidas en Palestina—desheredados y denunciados por el nuevo líder de la OLP—descritos como víctimas de la 'desesperanza'. Las fuerzas de al-Qaeda y el Talibán representados como meros voceros contra la globalización. Los sádicos sangrientos de Iraq, que prefieren derrumbar un edificio lleno de gente antes que permitirles el voto, descritos como 'insurgentes' o inclusive, por Michael Moore, como el equivalente moral de nuestros propios Padres Fundadores.

—Christopher Hitchens, citado en WL?

*   *   *

¿Y qué podemos hacer? Cohen no lo menciona explícitamente, pero algo así como seguir la ruta del Manifesto de Euston de manera consistente es lo que pude rescatar. Después de todo, el propósito de What's Left? era explicar los males de la Izquierda, no dar la receta de la cura.

En este tipo de polémicas contra la Izquierda, a veces queda la impresión que uno preferiría entonces a la Derecha; ni Cohen ni yo ni millones de personas liberales quisiéramos eso. De hecho, lo principal es precisamente evitar el impulso reaccionario de decir 'bueno, al menos los de derecha saben gobernar' (que además es falso). El camino de la humanidad hacia la prosperidad, imperfectamente distribuida como esté ahora, no se recorrió encogiéndose de hombros con la esperanza de que derribaran la puerta del vecino y no la de nosotros. La Izquierda ha logrado cosas buenas, y muchas. En varias categorías pudiera decirse que ganó y para bien. Pero la historia, aunque exhibe patrones, no es inexorable ni tiene una dirección bien definida hacia el progreso y la prosperidad. Bajar la guardia en este momento es exponerse a que siglos de trabajo y sangre se evaporen. Antes que identificarnos con un partido u otro, o con una ideología, raza o religión, deberíamos alzar la mano y llamarnos ciudadanos.


Nick Cohen en entrevista en el Rubin Report (1 hr):



Podcast de Ex-Musulmanes: Secular Jihadists from the Middle East

Revista Dabiq del Estado Islámico, número 15. Ver la página 30, Why We Hate You and Why We Fight You. (Ojo con las imágenes de decapitados.)

2017-08-20

Desenredado

Me robé esta imagen del artículo en The Atlantic (ver texto más adelante).

Dentro de (ojalá) muchos años, cuando esté por morir, voy a volver la mirada a mi vida y reflexionar sobre las cosas a las que debí dedicar más tiempo. Vivimos como si fuéramos a vivir para siempre, y solamente cuando estamos cerca del fin, o de alguien cercano a su fin, recapacitamos y pensamos en las cosas realmente importantes que quisiéramos haber hecho con nuestro tiempo. Para muchos, eso casi siempre es haber pasado más tiempo con seres queridos, viajando, creando o disfrutando arte, o aprendiendo algo que siempre quisieron pero no se animaron a intentar. Puedo imaginarme pensando algo como "debí pasar más tiempo con mi hijo cuando estaba chiquito" o "debí dedicarle más tiempo a un instrumento musical." Por otro lado, la idea de usar más tiempo de nuestras cortas vidas haciendo algo innecesario y/o desagradable a propósito nos parece absurda, y por supuesto que nadie piensa en eso en su lecho de muerte. Nadie piensa "debí haber pasado más tiempo en el tráfico." Y de la misma manera, nadie va a pensar: "Debí pasar más tiempo en Facebook."

Y sin embargo, millones de personas alrededor del mundo pierden tiempo en actividades desagradables de manera completamente voluntaria, al ritmo de dos o tres horas diarias, para lograr... ¿qué, exactamente? No lo sé, a pesar de haber sido usuario de Facebook desde 2007 y de Twitter desde 2015. Bueno, hay algunos datos acerca de las redes sociales que pude encontrar, irónicamente, en las redes sociales:
  • Un adulto promedio pasa dos horas diarias en redes sociales.
  • Los adolescentes actuales pasan hasta nueve horas diarias en redes sociales.
  • Con el tiempo que se dedica a las redes sociales, un lector promedio podría terminar 200 libros en un año.
Personalmente, yo empecé a pensar que algo no andaba bien a principios de este año, cuando me encontré con que pasaba cada vez más tiempo irritado cuando estaba en redes sociales. Bueno, suelo ser irritable en lo general, pero se supone que las redes son, en teoría, un escape o entretenimiento. Pero siempre que reflexionaba sobre cómo me sentía al estar en las redes, y sobre todo después, me daba cuenta de que siempre me sentía peor. Teorías conspiranóicas, defensas de dictadores asesinos, memes repetidos cientos de veces, comentarios estúpidos sobre noticias deprimentes y gente idiota en general que se supone son mis amigos. Las pocas cosas que valían la pena las podía encontrar por otros medios, como noticias, humor y artículos interesantes. Pero una y otra vez, actuando en contra de mi propio interés, volvía a entrar y volvía a pasar 20 o 30 minutos de mi vida absorbiendo pendejadas. Datos como los de arriba ya me hacían dudar de que estuviera recibiendo algún retorno sobre mi inversión (de tiempo) en redes sociales. ¿Estaba más informado, o más entretenido, o más "conectado" como para que valiera la pena el dolor en el cuello, el mal humor, o el tiempo perdido en estar meramente distraido?

En los últimos meses, Cal Newport, Tristan HarrisJean Twenge y Andrew Sullivan me han convencido de que no lo vale. Puedo mantenerme informado de las cosas que me interesan suscribiéndome a alertas por correo, que puedo revisar cuando quiera o no. No necesito interrumpir mi concentración cada 10 minutos "por si pasa algo", porque casi nunca pasa y, cuando sí, hay más desinformación que información al principio (piense en cualquier ataque terrorista, por ejemplo). No es mi trabajo estar al tanto de todo, y probablemente no sea sano siquiera aspirar a ello. Además, en un mundo en el que cada vez más gente queda cognitivamente discapacitada, la capacidad de concentrarse ininterrumpidamente en tareas difíciles dará cada vez más resultados para quienes sí la tienen.
Creo que este comportamiento es erróneo. En una economía capitalista, el mercado recompensa las cosas escasas y valiosas. El uso de redes sociales es decididamente no-útil y no-valioso. Cualquiera con 16 años y un teléfono puede inventar un hastag o compartir un artículo viral. La idea de que dedicarse a esta actividad de bajo valor lo suficiente de algún modo acabará sumándole valor a nuestra carrera es la misma alquimia dudosa que forma el núcleo de la mayoría de las estafas y trivialidades en los negocios.

(Newport en el New York Times, mi traducción)
Quizá no sea el mejor físico teórico en términos de intelecto bruto pero, si logro ser el que no está distraído con pendejadas, puedo aventajar a los demás solamente haciendo lo que se supone que tengo que hacer sin distraerme. Ya cerré mi cuenta de Twitter hace un par de días y estoy desactivando la de Facebook en estos momentos. Se supone que el servicio de mensajería instantánea con mis contactos puede sobrevivir la desactivación de la cuenta. Vamos a ver. Si no, que muera. Ya estoy convencido de que no vale la pena en términos de costos y beneficios.

Puede que la audiencia en este blog disminuya hasta casi morir, ya que depende mucho de que lo comparta en Facebook. Aún así seguiré escribiendo, y probablemente hasta lo haga más seguido. Se supone que puedo mantener la página del blog activa (ver Contacto) e ingresar por medio de una aplicación externa, Buffer, que me permite publicar en redes sociales de manera automática sin tener que ingresar a ellas. De nuevo, vamos a ver. De cualquier modo, algo me dice que no ve voy a arrepentir.



Blog de Carl Newport
Sitio de Tristan Harris

Modern Media is a DoS Attack on Your Free Will, entrevista con James Williams, ex-diseñador en Google.

2017-07-30

El Opio de los Intelectuales



Reseña de Marx: A Very Short Introduction, de Peter Singer

Nota sobre el título: recientemente (noviembre 2018) me percaté, por pura casualdiad, que en 1955 el filósofo y politólogo Raymond Aron escribió un libro con el mismo título y sobre el mismo tema. No fue mi intención robarme el título, al parecer es tan obvio el concepto que ya en 1955 daba para más de 300 paginas. 

(El original tiene una hamburguesa, pero esas no hacen tanto daño.)
Por la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX, casi cuatro de cada diez personas en la Tierra vivían bajo gobiernos que se consideraban a sí mismos como marxistas y afirmaban—dejando a un lado el qué tan convincentes pudieran haber sonado—usar principios marxistas para decidir cómo conducir la nación.

(P. Singer, en el Prólogo de Marx: A Very Short Introduction)
Fredrik deBoer es uno de mis escritores actuales favoritos. Tiene un doctorado en Inglés por parte de la Universidad de Purdue, y lo desquita escribiendo cosas brillantes y conmovedoras que, aunque yo a veces esté en desacuerdo, siempre disfruto leer. Sabe de historia y de política, y ha participado en tantas manifestaciones y causas valiosas que me da vergüenza pensar en mi falta de movilización cívica. Su estudio de la educación desde un punto de vista cuantitativo tiene la ambición de poder evaluarla confiablemente usando metodologías estadísticas, y se ve bastante bien. Hasta su cuenta de Twitter es una mina de joyas.

Y entonces, de vez en cuando, publica cosas como la de esta semana en Current Affairs:

Lo que significa el socialismo; No se trata de regular las ganancias, sino de abolirlas por completo.
¿Et tu, Freddie? En momentos en los que su país pasa por una crisis política como nunca antes, en los que el autoritarismo y nativismo controlan las tres ramas de su gobierno, Freddie cree que deberíamos estar haciendo más... ¿"teoría" marxista? ¿Cómo es que la teoría de conspiración (no-religiosa) más destructiva y falsificada de todos los tiempos puede corromper a tanta gente brillante en perpetuidad? Rosa Luxemburg, Leon Trotsky, George Orwell, Jean-Paul Sartre, Noam Chomsky, Stephen Jay Gould, Freddie deBoer... y gente que conozco personalmente a quien no considero nada tonta. Creo que la respuesta la estoy encontrando en el libro What's Left? de Nick Cohen, pero eso lo voy a explorar en otro artículo. Lo que me interesa ahora es discutir cómo es que sabemos que el marxismo es una teoría de conspiración fallida a partir de sus conceptos "básicos", de su visión del mundo y de las predicciones que el propio Marx derivó de ellos. Para eso me voy a basar en un breve análisis por parte de Peter Singer, uno de los filósofos actuales mas claros e influyentes.

Marx: A Very Short Introduction (P. Singer)

*   *   *

El factor más improtante del fracaso del marxismo como una teoría económica es su dependencia de la teoría del valor-trabajo. Marx no fue el primero en proponerla, pero le sacó mucho jugo para formar su visión económica y política del capitalismo. Para Marx, el valor de un producto proviene del la suma del valor de la materia prima usada en elaborarlo y la mano de obra que se empleó en transformarla en un producto vendible. Como ejemplo, si la tela, hule, agujetas y pegamento para hacer unos zapatos valen $500, y un trabajador cobra otros $500 por transformarlos en un par de zapatos, dice Marx que entonces valen $1000. El dueño de la fábrica (el capitalista) quisiera obtener una ganancia, es decir, ganar más de $1000 por cada par de zapatos vendido; de lo contrario no tendría caso hacer zapatos. Marx ve dos opciones para el capitalista: o vende los zapatos más caros de lo que valen (abusando del consumidor) o hace lo posible por pagarle menos a los zapateros de su fábrica (abusando de los trabajadores). De este modo, el capitalismo siempre es un "juego de suma cero", como dicen los gringos: uno solamente gana a expensas de otro. Por lo tanto, concluye Marx, el capitalismo necesariamente es explotación. Mucha gente cree esto, como ejemplifica este encuentro reciente entre Shane Bauer (reportero) y Claire Lehmann, editora de la revista digital Quillette (la cual recomiendo entusiastamente).


El pequeño problema es que el mundo real no funciona así. Al mediados del siglo XIX, cuando Marx escribía el Manifesto Comunista y preparaba El Capital, el efecto de la oferta y demanda ya estaba bien entendido y sobre todo por Marx. En varios puntos menciona que el valor de la mano de obra (lo que se le paga a los trabajadores) es cuestión de la disponibilidad de éstos, de modo que más trabajadores en el mercado llevan a que se les pague menos. También los costos de las materias primas se ven afectados por la escasez o abundancia de éstas y de su demanda. Curiosamente, cuando combinó las dos cosas anteriores en la elaboración de una mercancía, Marx convenientemente se olvidó de la oferta y demanda. Esto es crucial porque, en el mundo real, si yo como capitalista pagara $500 de materia prima y $500 de mano de obra para hacer zapatos que nadie quiere, entonces el valor de éstos no sería $1000, sino cero. Si le pagara menos a mis trabajadores pues los estaría explotando para nada.

Pero más importante es el caso contrario: puedo pagar $500 por materiales, $500 a mis trabajadores y, si tengo unos zapatos que la gente quiere comprar (digamos unos Air Jordan), los puedo vender no solo en más de $1000, sino tal vez el doble o triple. El vendedor de materiales quiere $500 tanto como yo quiero sus insumos y llevamos a cabo el intercambio; el trabajador quiere $500 tanto como yo quiero su labor y concretamos la transacción; y finalmente el consumidor final quiere unos Jordan tanto como yo quiero $2500 y me los compra. ¿Dónde está la víctima? Pude crear $1500 de valor de la nada, sin explotar ni timar a nadie. Es un modelo de juguete, pero agregando más participantes voluntarios no cambia la conclusión: diseñadores, distribuidores, mercadólogos y administrativos voluntariamente dan su tiempo y esfuerzo a cambio de una paga, y un consumidor final está dispuesto a cubrirla pagando un producto que le gusta o necesita. No hay tal cosa como un "principio de conservación" del valor. El valor se crea o se destruye según sea conveniente y ya.

Marx decía que ese valor excedente que el capitalista obtuvo como ganancia se debía a la labor de los trabajadores y por lo tanto les pertenecía. Pero si le tomamos la palabra, qué hay del caso de los tenis que no se venden? ¿Quién, entonces, produjo esas pérdidas? Un ejemplo más concreto: hasta hace pocos años, existían tiendas donde se rentaban videos para verlos en la casa, como BlockBuster. Entonces aparecieron los servicios de streaming como Netflix y los BlockBusters quebraron. ¿Eso es culpa de los trabajadores de BlockBuster? Ya ven dónde está la trampa que hace Marx...

En general, el capitalista provee los medios para que las transacciones arriba ejemplificadas se puedan dar: diseño, maquinaria, fábricas, contactos y, obviamente, la inversión e iniciativa inicial. ¿Provienen estas cosas necesariamente de la explotación de terceros que no se benefician por el proceso? Quizá, algunas. ¿Puede haber prácticas abusivas por parte de capitalistas? A veces, claro. ¿Hay capitalistas que solamente cobran por el trabajo de los demás, sin ellos hacer nada? De nuevo, eso es prácticamente seguro. Pero también es seguro que "El capitalismo es explotación... a veces" no se ve tan bien en una pancarta que uno pudiera llevar a una manifestación.

*   *   *

Suponiendo que no fuera un error económico letal el que cometió Marx al aceptar y anclar su visión en la teoría del valor-trabajo, ¿cómo hizo Marx para explicar que las condiciones de explotación que señala se mantuvieran? Ahí entra la parte política: hay una clase de personas, dice Marx, los burgueses, que utilizan el capitalismo para aprovecharse de los trabajadores (el proletariado) y corromper al gobierno para tenerlo a modo y perpetuar el ciclo. De hecho, la historia de la humanidad se reduce a la lucha entre estas dos clases económicas por controlar sus sociedades y gobiernos. Más específicamente, las clases luchan por mantener u obtener bienes materiales, y a esto Marx le llama Materialismo Histórico. Y en los detalles de éste vienen más errores.

Marx afirmó que los humanos viven en un estado de separación de su verdadero potencial como personas (alienación) y esta separación es impuesta por los propios poderes productivos de la humanidad. En vez de servir a la humanidad, las fuerzas productivas someten a las personas. Estas fuerzas productivas son los medios de producción: materia prima, poder laboral, maquinaria, fábricas, etcétera. Según Marx, la naturaleza de estas fuerzas determinaba la naturaleza de las relaciones productivas, es decir, cómo las personas se relacionan con otras personas y con las cosas (hay roles de jefes, empleados, dueños, administradores, etc.). Finalmente, las relaciones productivas determinan la superestructura social, que es el sistema legal y político de una sociedad (monarquías, democracias, repúblicas, teocracias, etc.). La jerarquía es Fuerzas productivas \(\rightarrow\) Relaciones de Producción \(\rightarrow\) Superestructura. Va un ejemplo:


En tiempos feudales, la gente no podía hacer más que trabajo manual. La materia prima (madera, hierro, los cultivos) debía ser transformada por personas a mano o con herramientas primitivas como hachas, sierras, martillos y arados. La produccion organizada era casi imposible de no ser porque las personas se sometían a un señor feudal (un Rey) que les ofreciera protección mientras cada uno se dedicaba a su labor. Así, la economía estaba basada en oficios y el sometimiento a una autoridad que daba protección a cambio de obtener productos de cada productor en forma de tributo. Y entonces tenemos la ruta: Trabajo Manual \(\rightarrow\) Feudalismo \(\rightarrow\) Monarquía. Así, llegaríamos a que el absolutismo, la obediencia y la sumisión al rey y al clero característicos del feudalismo fueron provocados por los medios de producción de la época. De la misma manera, Marx dedujo la secuencia Industria \(\rightarrow \) Capitalismo \(\rightarrow\) Liberalismo económico. Los contratos, la propiedad privada, la competitividad y la avaricia eran productos de las máquinas de vapor. Cambias la naturaleza de las fuerzas de producción, decía Marx, y logras cambiar la superestructura. Si queremos una sociedad equitativa, debemos tener una democratización radical de las fuerzas de producción: los trabajadores deben apropiarse de ellas.

Y comienzan los problemas. Primero, una contradicción: o la historia es producto de la lucha entre las clases, o de las fuerzas de producción. Marx propone ambos, pero no son lo mismo. Segundo, la superestructura crea las fuerzas de producción y no al revés: la política, religión, ley y ciencia son las que crean las fuerzas productivas y actúan sobre ellas. Por ejemplo, las tecnologías esenciales para el funcionamiento de la electrónica moderna (y el correspondiente mercado) surgieron de investigación en ciencia básica por individuos, compañías y gobiernos. Los transistores no se inventaron solos, pues. (Una vez creadas, las fuerzas productivas sí pueden tener influencia sobre la superestructura, pero eso no es lo mismo que dijo Marx.) Tercero, y para desgracia de Marx y deBoer, los trabajadores no tienen interés en derrocar a los burgueses tanto como quisieran ser como ellos. La "teoría" marxista es una actividad hecha, irónicamente, por puros burgueses. Ningún obrero te podría decir qué es el marxismo, pero todos te pueden decir lo que harían si tuvieran más dinero—y no es precisamente "derrocar al sistema".

Finalmente, la represión proviene de muchas direcciones aparte de las maquinaciones de la burguesía. Las clases reprimidas pueden sufrir bajo el yugo de gobiernos, religiones, organizaciones no gubernamentales y otras clases reprimidas, aparte de las corporaciones. Así mismo, las gente puede ser ayudada por esos mismos actores. De nuevo, si lo pusiéramos en una pancarta para una manifestación "contra el sistema", tendríamos que decir algo como "El mundo es complicado, para poder mejorarlo debemos ver caso por caso." Y entonces, muchos optan mejor por ponerse una playera del Ché.


*   *   *
Como una doctrina económica, [el Marxismo] no sobrevive la investigación. [...] Es como una obra de arte, de reflexión filosófica y de polémica social, todas en una, y tiene los méritos y defectos de cada una de estas tres.[...] Es una pintura del capitalismo, no una fotografía. (Singer)
Para mérito suyo, Marx se aventuró a hacer predicciones a partir de sus teorías. Si realmente entendía algo acerca de cómo funcionan la economía y la política, hacer predicciones acerca de éstas sería una oportunidad de demostrarlo. Lamentablemente para él, se equivocó en casi todo. Entre varias cosas, Marx dijo que

  • ...más y más trabajadores y productores independientes serían forzados hacia las clases obreras y la pobreza. Afortunadamente, la gente que vive en pobreza absoluta es cada vez menos (pueden agrandar con un clic sobre la imagen):
    Fuente: https://ourworldindata.org/extreme-poverty/
  • ...los salarios se mantendrían apenas a niveles de subsistencia. De nuevo, los datos no lo respaldan (a la izquierda de la línea roja es la pobreza). 
    Fuente: https://ourworldindata.org/global-economic-inequality. Por cierto, ese pico rojo enorme en el 2015 se debe a que los chinos han liberalizado su economía en los últimas décadas. Vieron lo que le pasó a la Unión Soviética y aprendieron la lección.
  • ...la rentabilidad del capitalismo sería cada vez menor. Si acaso, ha pasado lo contrario.
  • ...las revoluciones del proletariado sucederían primero en los países más industrializados. No está ni cerca.
  • ...el capitalismo colapsaría debido a sus contradicciones internas. Ha habido unos contratiempos, pero las playeras del Ché se venden como nunca. Otra predicción que nomás no.
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Hay realidades tecnológicas y económicas que rebasan por completo todo lo que Marx pudo imaginar. Por ejemplo, ahora la mayor parte de la industria automotriz está automatizada, y se están produciendo autos (y vendiendo, también) con una mano de obra que tiende a cero. Se puede crear valor y ganancia no solamente sin explotar labor humano, sino sin labor humano, punto. Por otro lado, un conductor de Uber controla su medio de producción y es su propio jefe, pero aún así hay una corporación, Uber, que recibe una ganancia. ¿Quién está explotando a quién? ¿El chofer es el capitalista en esta situación, que le paga porcentajes raquíticos a Uber por administrar? ¿Uber es explotado por el chofer? Al marxismo se le traba la lengua al explicar lo que está pasando, pero es sencillo: uno tiene algo que el otro quiere y ambos están dispuestos a hacer el intercambio si alguien más (el cliente) lo paga. Y el cliente quiere pagar.

*   *   *
Marx vio que el capitalismo era un sistema de derroche e irracionalidad, un sistema que nos controla cuando nosotros deberíamos controlarlo a él. Ese entendimiento todavía es válido. (Singer)
Si vamos a ser justos, debemos reconocerle a Marx algunas de las cosas que sí atinó en notar, aunque no queda claro para qué era necesario todo el embrollo teórico adicional. El capitalismo sí puede, en ocasiones, separarnos de nuestro potencial como seres humanos. En los casos extremos como los que vio Marx en persona en el Londres industrial de 1840, la gente formaba filas enormes para poder entrar a una fábrica por 16 horas consecutivas y ser pagados una miseria, con tal de no pasarlo aún peor afuera de la fábrica, en el desempleo total. La organización de los trabajadores para formar sindicatos y suspender sus labores fue una solución perfectamente marxista al problema, y culminó en jornadas mucho menores, con fines de semana libres y prestaciones como vacaciones y pensiones para el retiro. Obviamente, cuando uno tiene más tiempo para sí mismo es más fácil disfrutar las cosas que uno realmente sí quiere hacer. Para algunos afortunados, esto se puede agregar a un trabajo que es gratificante en sí.

Marx también reconoció que la máxima libertad económica para todos los individuos no necesariamente lleva a los mejores resultados sociales. Si todos tenemos la libertad económica de usar el auto y todos ejercemos esa libertad, pronto nos encontramos con un tráfico espantoso que nos deja menos libres que antes. Nadie quiere ser el único menso que usa la bici y es atropellado, o sufrir las aventuras del transporte público, y todos saben que si los demás lo hicieran las calles quedarían libres y andar en auto sería aún más ventajoso. Entonces, las calles se mantienen saturadas de tráfico. Debe ser el estado, en este caso, quien dice "No me importa cómo quieran ir a su chamba, pero voy a hacer un sistema de metro y ciclovías, y les voy a cobrar impuestos a ustedes para pagarlo. Ustedes sabrán si lo usan." Solo así se rompe el ciclo. Esta es la situación en los sectores de salud, educación y creo que también en el ahorro para el retiro. Los incentivos del mercado no siempre son los mejores y una solución socializada a veces es la mejor, sea porque la gente no siempre hace el mejor uso de su libertad, o porque los incentivos del mercado son inadecuados (Si necesitara cirugía por un tumor en el cerebro, ¿buscaría usted al neurocirujano más barato? ¿No? Pues por eso los precios privados suben con el tiempo en el sector salud, a diferencia de, digamos, los celulares.)

*   *   *

Volviendo a deBoer, los marxistas pasan interminables horas debatiendo definiciones y conceptos como si fueran judíos ortodoxos estudiando el Talmud. Que si Marx realmente dijo tal cosa, que si alguien escuchó por ahí que se retractó, que si Engels recuperó una carta donde aclaró lo que quería decir, que si todo funciona en teoría pero Stalin y Mao y Pol Pot la cagaron, que si el proletariado puede ser educado al respecto o debe ser liderado hacia la revolución como lo hizo Lenin, que si la industrialización es realmente necesaria o nos la podemos brincar como Lenin también, que si debemos aniquilar a todos los enemigos de la revolución o mandarlos al gulag, que si Trotsky fue un héroe o un traidor, que si el imperialismo, que si el colonialismo, que si Starbucks y Coca-Cola...

No llegan a nada, y no pueden llegar a nada, porque están debatiendo pura fantasía. Es prácticamente teología. El mundo no funciona así. Cada vez que se les señalan sus errores, recurren a más epiciclos y, oh sorpresa, la conspiración burgués imperialista neoliberal sionista es aún mayor de lo que pensaban. Claro que el capitalismo es imperfecto y se puede mejorar. Pero no vamos a poder hacerlo hasta que entendamos al mundo como realmente es, y no como quisiéramos que fuera. Y no vamos a poder hacerlo si la gente inteligente todavía está debatiendo definiciones dentro de una fantasía.


2017-06-16

Pseudociencia: Una Introducción Práctica



Como lo hice para la plática que di sobre Ciencia y Religión hace unos meses, he hecho una versión escrita de una plática sobre Pseudociencia que he presentado en un par de ocasiones. Dejar las cosas por escrito me sirve para ordenar mis pensamientos mejor y editarlos considerablemente. Puedo dejar todo en una forma extremadamente pulida comparada con lo que diría de manera oral improvisada porque puedo editar, referenciar, borrar, cambiar de opinión, pensar dos veces antes de comprometerme a un punto de vista, etcétera. La primer vez que ofrecí esta charla fue por invitación de un amigo al colegio Instituto de Ciencias, y la segunda fue por invitación de la Sociedad Astronómica de Guadalajara. En ambas ocasiones presenté prácticamente el mismo material, aunque la segunda ocasión incluí algunas mejoras basadas en la reacción a la primera. Lo siguiente es una versión escrita de mi exposición, transcrita y aumentada prácticamente diapositiva por diapositiva.

Introducción

Existen dos motivos para estar interesados en la demarcación entre la ciencia y la pseudociencia, que en general pudiéramos nombrar el motivo teórico y el práctico. En el primer caso, lo que se busca es completar el marco teórico de una cuestión mayor, que es la definición de la ciencia y, más ambiciosamente, del conocimiento. Desde el punto de vista práctico, quisiéramos tener herramientas para poder tomar mejores decisiones en nuestras vidas cada vez que se nos presente un conocimiento con la etiqueta de "científico". El prestigio de la ciencia es algo buscado por quienes pretenden persuadir a otros de la veracidad de sus ideas o la eficacia de sus productos y uno debería estar preparado para distinguir entre lo genuino y las imitaciones. Si esto parece algo remoto a la vida diaria, considere que se hacen declaraciones de tipo científico rutinariamente acerca de los siguientes temas, entre otros:
  • Salud: tratamientos para todo tipo de padecimientos, desde cáncer hasta estrés, se presentan como basados en ciencia. Algunos son científicos y otros no.
  • Derecho: no toda la evidencia es igual de importante en un caso criminal: considere el peso que se le da a un testimonio comparado con una prueba de ADN que lo contradice. 
  • Medio Ambiente: distintos puntos de vista se presentan como científicos o no en torno a temas sumamente importantes, como el calentamiento global o los cultivos transgénicos.
  • Educación: lo que los jóvenes aprendan va a determinar sus herramientas para enfrentarse al mundo, y quisiéramos que estén preparados para enfrentarlo como realmente es y no una versión fantasiosa.
  • Periodismo: basta ver las noticias todos los días para ver el choque entre diferentes "expertos" sobre acontecimientos locales e internacionales para darse cuenta que alguien tiene que estar muy, muy equivocado.

Definiciones

Comenzando por lo más básico, el diccionario de la RAE define a la Ciencia así:
Ciencia: Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente.
Hasta ahí suena todo bien, pero más adelante veremos que no es tan sencillo en la realidad. Entonces, ¿qué es la pseudociencia? En esto, la RAE no es muy útil:
Pseudocientífico: falsamente científico.
Haciendo un corto viaje a la Stanford Encyclopedia of Philosophy, encontramos algo mucho más útil. Voy a ser algo audaz y resumiré el artículo completo sobre el tema (que vale la pena leer en sí) en unos puntos breves:
La pseudociencia es una ciencia impostora. Es una colección de creencias pertenecientes a una doctrina no-científica cuyos promotores 1) quieren hacer pasar como si fuera científica o 2) presentan como una alternativa a la ciencia. Usualmente los promotores de la pseudociencia oscilan entre ambos puntos, frecuentemente cambiando de postura según el argumento que estén teniendo en ese instante.
¿Cuál es el problema?

Uno pudiera pensar que, teniendo la información anterior, sería cuestión solamente de ver cuáles áreas de estudio cumplen con las definiciones y cuáles no, y terminamos. Resulta que esto ya se ha intentado por muchas personas y no es tan fácil como quisiéramos. La situación actual es más o menos ésta:
  • hay consenso sobre muchos casos particulares de pseudociencias que son obvios.
  • No hay consenso sobre los criterios generales que unen a esos casos particulares.
  • La pseudociencia es difícil de definir porque la Ciencia es difícil de definir (a pesar de los diccionarios). Cada una de las palabras en la definición de Ciencia arriba citada es debatida extensamente incluso ahora mismo y el área que se dedica al estudio de la cuestión, que es la Filosofía de la Ciencia, está sumamente activa y en desarrollo constante.
La Ciencia es complicada

Cuando digo que la ciencia es difícil de definir, a lo que me refiero es que elaborar criterios que capturen todos los casos indudables de ciencia (física, química, biología, etc.) resulta en recetas simplistas o, por el contrario, en manuales interminables de reglas, excepciones, y excepciones de las exepciones. Para poder mantener el nivel de este texto en "Introducción Práctica", voy a tener que echar mano de la audacia otra vez, con perdón de los estudiosos rigurosos del tema, y dejaré un breve resumen de toda la Filosofía de la Ciencia y algunos de sus personajes en unos pocos puntos:
  • Falsabilidad: Las teorías científicas pueden, en principio, ser refutadas por evidencia nueva (Popper). Si no se puede plantear un escenario hipotético que demuestre que una idea es falsa, entonces no es científica, pues es tautológica o está mal definida y se ajusta a lo que sea. En otras palabras, para que una teoría sea científica ésta debe comprometerse a un resultado y decir, "Si tengo razón acerca de que X funciona así, también deberíamos observar que Y. Si Y no se cumple, entonces estoy equivocado." Si una teoría no se compromete a nada, no es científica. Por ejemplo, cada vez que una teoría de conspiración se topa con un problema, el conspiranóico mueve la portería de lugar y dice "¡Ajá! La conspiración es aún mayor de lo que pensé. ¡Los reptilianos alienígenas han borrado sus huellas para hacerme quedar mal!"
  • Paradigmas: Una vez que una teoría funciona se usa para resolver problemas, sin que necesariamente se busque desprobarla (Kuhn). En la práctica, en la Ciencia no se anda para un lado y para otro tratando de probar ni desprobar nada. Más bien, la mayor parte del tiempo se usan herramietas que ya están bien establecidas para sacarles jugo y resolver problemas prácticos, sin preocuparse realmente por formular hipótesis falseables.
  • Comprobabilidad: Las teorías se fortalecen cuando tienen éxito ante los intentos de falsificarlas (Sokal & Bricmont). La falsabilidad por sí sola ignora el hecho de que las predicciones que surgen de una teoría pudieran estar bien o mal. Cuando están mal, pues la teoría es refutada pero, ¿cumplió con ser "científica", según el criterio? Más impresionante es cuando una teoría pudiera estar equivocada, se pone a prueba, y sale airosa. Entonces la teoría se fortalece y gana puntos en el camino a ser Ciencia.
  • Progreso: los programas de investigación son científicos si continuamente proponen y comprueban conocimiento nuevo. Un programa de investigación está viciado si solamente explica cosas que ya se saben (Lakatos).
Si me preguntaran a mí, yo diría que la Ciencia es un proceso lógico-deductivo para obtener conocimiento, y que este proceso está necesariamente anclado a la evidencia física, que es la única evidencia que debería tomarse en cuenta. (Esto me ha valido miradas raras muchas veces, aunque me parece trivial.) Esta visión de la Ciencia es muy flexible e incluye a muchas áreas de estudio que buscan conocimiento aparte de las ciencias tradicionales, como por ejemplo la Historia. Los historiadores trabajan con evidencia física (lugares, documentos, ciencia forense, videos, audios, etc.) y la usan para reconstruir escenarios específicos que describen y explican hechos del pasado. Por ejemplo, si construyeran una versión acerca de la causa de muerte de un personaje histórico basada en testimonios escritos de la época, pero si después se realizara alguna prueba forense que contradijera los testimonios, pues tirarían su versión a la basura y harían otra que se ajustara mejor a la mejor evidencia. Este tema da para mucho qué escribir, pero quiero llegar a la parte práctica pronto y lo voy a tener que dejar para otra ocasión.

Casos difíciles vs. Casos fáciles

Hacer Ciencia es un proceso de muchos pasos, y no está claro cuál es la frontera entre cada uno, ni si todos los pasos son necesarios para cumplir con los criterios de la sección anterior. De nuevo si me preguntaran a mí, la Ciencia es ante todo una forma de buscar conocimiento. Entonces caemos necesariamente a preguntar qué es el conocimiento y ahí es donde las cosas se vuelven interesantes. En el mundo real, inclusive los casos más incontrovertibles de Ciencia en acción constan de partes que, por sí solas, quizá no veríamos como científicas.


Por ejemplo, un comité de expertos puede decidir darle dinero a un proyecto de investigación o no. Si dejamos de lado los casos de interés personal, corrupción, etcétera y suponemos que este comité está solamente interesado en financiar los proyectos más prometedores, sus decisiones están afectando el conocimiento que se pudiera obtener (o no). Decidir qué investigación vale la pena ya supone que saben algo de los potenciales méritos o beneficios de ésta, quizá basándose en la experiencia de financiar proyectos anteriores y los resultados que se obtuvieron ("¿Quieren dinero para otra prueba de la Relatividad General? ¿Cuántas veces tienen que repetirnos que Einstein tenía razón?"). A lo que voy es: ¿es el proceso de financiamiento de proyectos de investigación científica en sí un proyecto científico?

Otras preguntas no triviales en esta categoría pudieran ser las siguientes:
  • ¿Las explicaciones científicas que resulten ser equivocadas son ejemplos de pseudociencia, o son solo parte del proceso? 
  • Cuando hay una ciencia legítima pero que está en su estado inmaduro, ¿los errores inevitables que comete son pseudociencia? 
  • Si hay un argumento matemáticamente perfecto que no aterriza a una observación física posible de realizar, ¿eso es pseudociencia?
  • Si hay distintas explicaciones para un mismo fenómeno, ¿cúal es el criterio para decidir cuál es la explicación mejor? 

Las buenas noticias...

Afortunadamente, las sutilezas que estudia la Filosofía de la Ciencia suelen estar a muchos niveles de sofisticación por encima de la necesaria para identificar los casos "fáciles" de pseudociencia. Como dijo el juez Potter Stewart en la Suprema Corte de Estados Unidos acerca de la pornografía, aunque sea difícil de definir rigurosamente, uno la reconoce cuando la ve. Esto es gracias a las características tan descaradas que presenta, entre las cuales resalta ante todo la deshonestidad intelectual y un rechazo a adoptar métodos para contrarrestarla. Esta deshonestidad no necesariamente es dolosa: basta con ser ignorante de los sesgos cognitivos que los humanos tenemos de manera natural. La inmensa mayoría de los charlatanes son, sin duda, sinceros.

En la ciencia se ha aprendido la dura lección de que los humanos no somos suficientemente listos ni honestos para entender al mundo solamente echándole ganas. Por eso la ciencia ha desarrollado métodos de control de calidad para detectar esta deshonestidad en sus distintas formas, como:
  • Falacias (errores de razonamiento)
  • Fraudes (datos deliberadamente inventados)
  • Sesgos cognitivos (parcialidad)
  • Falsos positivos (correlación vs. causación, coincidencias, errores metodológicos)
Los controles no son perfectos y a veces se cuelan algunas cosas, pero son muy efectivos a largo plazo. Entonces, la estrategia para estudiar y diagnosticar la pseudociencia (a un nivel introductorio práctico) es usar la honestidad intelectual como criterio. Los casos difíciles se mantienen así porque la búsqueda sincera del conocimiento es complicada, pero el diagnóstico de los casos fáciles se vuelve trivial. Como la pseudociencia es por definición una ciencia impostora, y ser impostor es deshonesto, pues podemos buscar violaciones a la honestidad intelectual usando los filtros básicos que ha desarrollado la ciencia. Unos pocos ejemplos de estos filtros son:
  • Escepticismo
  • Estudios controlados
  • Arbitraje por colegas/competidores
  • Transparencia en los métodos, argumentos y datos
Herramientas prácticas

El escepticismo es la herramienta básica y confiable para enfrentar casos fáciles de demarcación, pero el término tiene distintos significados:
Antiguo: dudar inclusive de lo más evidente, resultando en la desesperanza de poder obtener conocimiento alguno.
Moderno: creer pero siempre en proporción a la evidencia.
Negacionista: impostor del escéptico moderno que ignora, niega, distorsiona o falsifica la evidencia por razón de su agenda ideológica.
El sentido útil para hacer ciencia y detectar pseudociencia es el moderno, mientras que los otros sentidos oscurecen el diálogo y en general son enemigos del proceso científico.

El escéptico usa el Pensamiento Crítico, que es tanto un conjunto de habilidades como una disposición a aplicarlas. No significa pensar para criticar, sino pensar usando criterios. El pensamiento crítico consta de dos elementos: 1) un conjunto de habilidades y conocimientos sobre cómo razonar y 2) una disposición a utilizar estas herramientas con constancia y, ante todo, a usarlas con nosotros mismos. La primer parte es fácil y consiste concretamente en el estudio de lógica básica (falacias formales e informales, cómo reconocer un argumento válido, conocimiento de las maneras en las que los humanos hacemos trampa al razonar). La segunda parte es la difícil, pues es sencillo (¡y hasta divertido!) detectar los errores de razonamiento en los demás, pero detectar los errores propios requiere gran esfuerzo y dedicación. Y son estos errores en nuestro propio razonamiento los que precisamente nos llevan a creer cosas irracionales.

En este punto vale la pena hablar acerca de lo que significa "tener una mente abierta", pues pareciera ser una virtud opuesta al escepticismo. Si tener una mente abierta significara creer cualquier cosa, pues sería incompatible con el escepticismo pero también con la realidad sea cual sea, pues uno acabaría creyendo cosas contradictorias. Está implícito en esto que tener una mente abierta implica que hay grados de apertura, y un cierto mínimo de incredulidad es necesario. Generalmente en este punto se dice que uno está dispuesto a cambiar de parecer si se le presentan buenas razones para hacerlo. ¿Pero cuáles son las buenas razones?

En esta cuestión me parece útil el análisis del filósofo Peter Boghossian en su libro A Manual For Creating Atheists. ¿Cuándo debería uno cambiar de parecer? Si yo me comprometo a cambiar de parecer acerca de una cuestión, alegando tener una mente abierta, ¿cómo puedo verificar que esto realmente sea el caso? ¿Puedo evaluar la apertura de otras personas simplemente preguntándoles? ¿Qué tan rígidos deben ser mis estándares de evidencia?

Peter Boghossian
Boghossian da una manera de hacerlo: Imaginemos las condiciones que, de cumplirse, nos harían reconsiderar nuestra posición. Esto sirve para darnos cuenta de qué tan convencidos estamos de nuestra posición, y qué tan excepcional tendría que ser la evidencia que nos haría cambiar de parecer. En vez de pensar "¿Qué demostraría que tengo razón?", deberíamos pensar "¿Qué demostraría que estoy equivocado?" Siguiendo el principio de la proporcionalidad de la evidencia que caracteriza al escéptico moderno, esta evidencia tal vez sea la opinión de un experto, o un estudio con ciertas características, o verlo tú mismo, o lo que sea, según la creencia que se esté evaluando. Pero debe ser algo concreto que uno mismo imagine y que, de cumplirse, haría que cambie de parecer.

Y esto puede usarse con otras personas también. Si un tío loco dice que cree que los ataques del 11 de septiembre fueron un auto-atentado por parte del gobierno de EU, yo pudiera decir: "Interesante. ¿Cómo se vería un ataque terrorista con aviones usados contra edificios, si no fuera un auto-atentado? ¿Qué características tiene un ataque genuino que no están presentes aquí?" Este tipo de diálogo es largo y requiere mucha paciencia (la cual usualmente yo no tengo), pero es la manera más confiable de tener conversaciones productivas con la gente irracional, en vez de solamente intercambiar monólogos acerca de quién es más ingenuo.

Volviendo a la detección de la pseudociencia, algunas herramientas prácticas que ahorran mucho tiempo son las siguientes, sin orden particular:
Carl Sagan
  • Estudiar lógica: falacias formales e informales. Tan solo con saber cómo reconocer un silogismo válido y algunas de las falacias informales más comunes pueden ser la diferencia entre creer por completo una charlatanería o darse la vuelta.
  • Ley de Sagan: Las declaraciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria. No es lo mismo decir que tengo un perro en mi casa, que decir que tengo un cocodrilo. La "evidencia" que se pida para cada una de estas proposiciones debe estar en proporción su impacto.
  • Técnica de Feynman: pedir que te expliquen sin usar las palabras sofisticadas o que las definan primero (energía, cuántico, epigenética, fuerza, qualia).
  • Navaja de Occam: no complicar las explicaciones más de lo necesario. Antes de proponer una explicación complicada a un problema, hay que comprobar que las explicaciones más sencillas realmente no sean suficientes. (Esto se caricaturiza diciendo que la explicación más sencilla tiende a ser la correcta, pero eso es entender mal la Navaja.)
  • Navaja de Hanlon: no atribuir a la malicia lo que se explica mejor por la incompetencia (es un caso particular de la Navaja de Occam). Ser un conspirador perverso es difícil: requiere malicia, intención, planeación, muchas mentiras, sobornos y múltiples crímenes y cómplices. Pero ser idiota es muy fácil para la mayoría de la gente, y especialmente cuando están en posiciones de poder.
  • Hacerte amigo de un experto. De veras, hay mucha gente (¡sobre todo estudiantes de posgrado y recién doctorados!) que realmente sabe cosas y estaría feliz de sentir que es de utilidad para alguien en el mundo real. Contactarlos es fácil a través de las páginas de muchas universidades y uno que otro blog.
A continuación haré un breve recuento de algunos ejemplos de la deshonestidad intelectual en acción en casos concretos. Esta no pretende ser una lista exhaustiva de pseudociencias ni los errores que cometen, sino una muestra ilustrativa de casos fáciles típicos. 

Ejemplo 1: falta de evidencia rigurosa

Mencionamos arriba los estudios controlados. Estos se refieren a "experimentos" donde se pone a prueba un tratamiento para algún mal, pero manteniendo distintos grupos de pacientes que saben distintas cosas acerca del tratamiento, y dando tratamientos distintos pero que parecen iguales. Por ejemplo, si quisiéramos poner a prueba un tratamiento homeopático, distribuiríamos entre un grupo grande de pacientes una mezcla de remedios genuinos y falsos, pero sin decirle a los participantes cuál es cuál. Podemos agregar más rigor si evitamos decirle a los doctores cuál es cuál también, identificando a cada paciente y cada botellita de chochos solo por un número. Si existe un efecto terapéutico verdadero, los pacientes que recibieron los tratamientos genuinos mostrarán mejorías estadísticamente significativas. Este tipo de estudios, en los que ni los participantes ni los ejecutores saben cuál tratamiento es genuino y cuál es inerte se llaman estudios de doble control.

Fuente

Fuente
Las pseudociencias médicas como la homeopatía y la acupuntura siempre fallan cuando estos estudios se ejecutan de manera rigurosa por grupos de investigación competentes. 

Ejemplo 2: marcos teóricos incoherentes

Algunas ciencias han avanzando tanto que se han alejado por completo de lo que a uno le pareciera intuitivo. Sin embargo, frecuentemente el problema es que los humanos simplemente no somos muy buenos para razonar y, por lo tanto, nuestras intuiciones realmente no son muy confiables. Pero hay casos de ideas transparentemente incoherentes que son así no por la sofisticación, sino por la incompetencia de quienes las crearon. La homeopatía es uno de estos casos, en las que un charlatán bien intencionado en el siglo XIX se sacó de la manga que 
  1. Lo similar cura a lo similar.
  2. Las concentraciones diluídas son las más potentes.
No se ofreció ningún razonamiento para ninguna de estas dos proposiciones, y hasta la fecha no existe ningún mecanismo físico plausible para cualquiera de las dos. Más bien, son contradecidas por la física y química bien establecidas, que son las competentes para estudiar los fenómenos microscópicos que se verían involucrados. No solamente hay una carencia de estudios que demuestren que la homeopatía funcione—es que literalmente todos los experimentos hechos en la física y química hasta ahora la contradicen. Para un resumen reciente de estos resultados pueden ver aquí.

Ejemplo 3: apropiación inepta de Ciencia legítima

Esto sucede cuando ideas y términos científicos son utilizados de manera incompetente: magnetismo, energía, física cuántica, relatividad, genética...
Deepak Chopra, culpable de los puntos 1 y 2.

Generalmente sigue alguno de dos patrones de razonamiento espurio:
  1. Yo creo X, que me es misterioso. La mecánica cuántica me es misteriosa también. Entonces, han de ser lo mismo.
  2. Nadie le creía a Einstein. Nadie me cree a mí. Por lo tanto, soy como Einstein.
La técnica de Feynman descrita arriba es una manera efectiva de desenmascarar a charlatanes que usan este tipo de tácticas. Siempre que se usen tecnicismos de cualquier tipo por alguien que te quiere vender algo hay que investigar qué significan y, de ser posible, preguntarle a un experto (los autores de libros de autoayuda son expertos solamente en separar a la gente tonta de su dinero).

Ejemplo 4: Falacia naturalista

Lo siento, pero lo natural en general no es bueno. La Naturaleza está llena de bichos, inundaciones, terremotos y hasta plantas venenosas que te van a matar. Los avances de la medicina moderna han sido gracias a interrupciones del orden natural de las cosas y no de su cumplimiento. Uno no puede, a partir de cómo son las cosas, deducir como deberían ser. Un ejemplo de esta falacia en acción es toda la industria de alimentos orgánicos, que se dedica a vender productos menos nutritivos a mayores precios con el pretexto de que la biotecnología es malévola. Si quieren saber más, escribí un artículo bastante detallado sobre ese tema también.

Ejemplo 5: Estándares deliberadamente bajos

Las revistas arbitradas y los estudios controlados presentan obstáculos insuperables para la charlatanería común. La solución de los científicos impostores a este problema es sencilla: hacer sus propias publicaciones de sus propios estudios, evaluados por sus propios expertos falsos. Cuando se les exige que demuestren evidencia de que sus tratamientos funcionan, se citan a sí mismos:



Ni siquiera pueden publicar en Wikipedia, que ha logrado imponer estándares relativamente altos para las referencias permitidas en sus artículos. Ante una petición por parte de un grupo de Psicología Energética de permitirles usar sus propias fuentes, el director de Wikipedia, Jimmy Wales, les respondió tajantemente que no permitiría charlatanería en su sitio:


Ejemplo 5: Incomprensión del efecto placebo

Mencioné antes los remedios "inertes" usados en los estudios controlados. Estos remedios son técnicamente conocidos como placebos, y son sustancias que se sabe de antemano son inertes y no tienen ningún efecto terapéutico (pueden ser agua, pastillas de almidón sin nada, o chochos). Se administran para poder diferenciar los efectos curativos reales de muchos otros fenómenos que, en su conjunto, se conocen como efecto placebo.

El efecto placebo es una mejoría medible, observable o percibida en la salud o comportamiento que no se puede atribuir al tratamiento que se ha aplicado.

¡No es "mente sobre cuerpo"! Puede deberse a un sinnúmero de razones: un mal diagnóstico inicial, regresión a un estado "menos peor", condiciones que varían o mejoran por sí solas (dolores de cabeza, ansiedad), variabilidad en cómo la gente se evalúa a sí misma, y muchas cosas más. Si un estudio concluye que el efecto de un tratamiento es igual al de un placebo, eso es un resultado negativo, pues significa que no hay ningún efecto aparte de las condiciones azarosas que siempre se dan.  La gente realmente se siente mejor, pero no se debe al tratamiento.

Yo lo explicaría así: si algo funciona solo cuando te engañas a ti mismo, es porque no funciona.

*   *   *

La lista de impostores de la ciencia es larga y las formas de defraudar a otros y a uno mismo son incontables. Detectar la pseudociencia no es un ejercicio meramente académico: la gente gasta dinero y, en ocasiones, puede inclusive morir por utilizar tratamientos falsos (El sitio What's the harm? documenta casos de gente, incluyendo niños, que ha muerto por usar homeopatía en vez de tratamientos establecidos). Además, nos encontramos ante "expertos" que abogan por cómo nos deberíamos alimentar, o cómo resolver problemas existenciales como el calentamiento global (algunos simplemente niegan que haya algo por resolver). Afortunadamente, muchos casos particulares de pseudociencia son de fácil diagnóstico, si estamos preparados para admitir cuando estamos equivocados.

*   *   *
Algunos recursos:


Un debate útil para ver el choque entre la razón y la charlatanería es este, donde Sam Harris y Michael Shermer educan a Deepak Chopra y una Jean Houston:



ACTUALIZACIÓN 17 de julio de 2017: la charla salió bien y nuevamente quedé sorprendido por el número de personas que están interesadas y educadas acerca de estos temas. Hubo un caballero que jugó la carta del "¿y qué hay del amor y la espiritualidad?", pero el intercambio se mantuvo relativamente civil. Corregí algunos errores de dedo y redacción en el artículo y agregué uno que otro enlace.